domingo, 28 de abril de 2013


EL FUTURO INMEDIATO.
DESDE LA HUMANIDAD E INHUMANIDAD DEL SIGLO XX

Magnífico discurso del filósofo y teólogo Agustín Andreu, pronunciado el 25 de abril de 2013 en el Paraninfo de la Universidad de Valencia. Denso y profundo análisis de los filósofos del siglo XX (sin perder de vista a los filósofos de la Antigüedad, incluyendo entre ellos a los profetas de la Biblia).
Breve resumen
* Esta intervención se podría titular también “la crisis del pensamiento crítico en sus formas idealista y empirista y la búsqueda de una razón favorable a la vida, una razón vital”.

* Fue Dilthey (1833-1912) el primero que descubrió y describió la profundidad de la crisis de civilización en que nos encontramos. Mientras un inmenso potencial físico-técnico esté en manos de un ser humano subdesarrollado como tal, el futuro será catastrófico. Desde una idea corta del conocimiento propio de sí mismo, el hombre estaría manejando torpemente su arsenal de instrumentos de cultura y poder. La civilización llamada occidental dejará de ser viable y descarrilará dramáticamente. A ese infierno (que no paraíso) nos conducirá la locura de la razón técnica y su poderío destructor.

* Dilthey, en plena era positivista y empírica o materialista explicaba el desorden de la historia, sangriento e irracional como un fallo técnico, no moral. Una cuestión de torpeza. Por supuesto, el fallo técnico tenía consecuencias morales, más aún explicaba mejor la inmensa proliferación de inmoralidades en nuestra civilización, pues que daba facilidades tanto para disculparlas como para darlas por inevitables. Señalaba la deficiente concepción de lo que es la vida humana, como fuente y ocasión de los inmensos e inminentes riesgos de la misma. La habituación y consagración de medidas y leyes que producen inmensas desgracias, obran incluso como meritorias y técnica y socialmente irreprochables, incluso con buena conciencia durante largas etapas y aun siglos.
* Aristóteles ya había intuido que un desarrollo de las potencialidades físico-técnicas de un sujeto racional, junto a una idea raquítica de la vida humana, daría de sí un mundo catastrófico.

* Sócrates abundó sobre lo mismo: bien está saber lo que las cosas son y cómo son por dentro, pero que hay que centrarse en el que las hace, a ver si sabe lo que hace y por qué lo hace. Hay que preguntarse por lo que pasa en la cabeza del hombre y luego en lo que hacen sus manos.

* Estos tirones que da el hombre, desde lo físico, matemático y geométrico, desde lo abstracto de su trabajo y sus logros, hacia lo humano y espiritual son normales en la historia. Algo le avisa de que no se ha de olvidar del complejo de su naturaleza propia.
* Dilthey se sintió dominado por esa intuición empírica, fruto de la observación y de la lectura de la historia (no deducida metafísicamente ni religiosamente supuesta). Y se propuso evitar desastres humanos como los vistos y sufridos en el mismo siglo XIX (las guerras napoleónicas y sus antecedentes y secuelas económicas y sociales). Sólo mediante la descripción empírica de lo humano podemos alcanzar el saber de lo que puede dar de sí el hombre que, en virtud de su misma constitución esencial, se ha de inventar la vida, su propia vida. Y este no está siendo el camino.
* A la vista del siglo XX ya avanzado, dirá Ortega que el hombre es un sujeto “irracionalmente racional”, y se lo repetirá en la cara a los europeos de la elite intelectual.
* No cabe extrañarse pues de que tres hombres jóvenes de comienzos del XX, Jaspers, Ortega y Heidegger, advirtieran que el futuro tenía que hacerse cargo del hombre, de la vida humana. Que no había tarea más urgente pero tampoco más propia de la filosofía que ver qué era eso de una vida pensada y pensante y qué catástrofes podía originarle al hombre un pensar deficiente metódica y sistemáticamente.

* Ortega advirtió desde sus primeras obras: Se nos viene encima, a trancas y barrancas, una nueva civilización por la fuerza misma del desarrollo tecnológico y necesitamos otro modo de pensar la vida y por tanto de vivirla.
* La filosofía vuelve en Dilthey a sentir y ver el enigma o misterio de la vida. Ninguno ha tenido tiempo para dedicarse a averiguar ese enigma que, sea lo que sea, es, según Pitágoras, “difícil de intuir”.

* Hoy, “envueltos en el rápido progreso de las ciencias, nos encontramos más perplejos que en cualquier época anterior, ante el gran enigma del origen de las cosas, del valor de nuestra existencia, del último valor de nuestro hacer”. Y “precisamente nuestra visión de conjunto sobre la tierra muestra la relatividad de las respuestas al enigma universal más claramente que lo vio ningún período anterior”. Y ello puede relacionarse con el salto a otro nivel de conciencia propio de un nuevo tiempo-eje, es decir acorde con su correlativa visión y sentir más profundo del valor y misterio de la existencia y la vida, en lo que Jaspers y Heidegger coinciden.
* Ortega y Heidegger, expresamente, se refieren a Leibniz y su metafísica como al punto en que se produce el giro de la modernidad cuyos frutos esperan ellos no sin cierto optimismo sean recogidos en estos tiempos que corren.

* Por primera vez con la inmanentización y extinción de la trascendencia y de la actitud profunda de creencia se ha extinguido la transparencia de las cosas. Lo que queda es un entusiasmo prometeico por la técnica, por aprender manipulaciones que ahora llamamos ingenierías (ingeniería financiera, ingeniería política…) con una desvergüenza que confiesa no sólo el indiferentismo de los valores sino la subordinación de la teoría a fines muy móviles, deprimentes, y no pocas veces y ocultados.
* Jaspers hace una gran aportación para situar la humanidad del siglo XX: la categoría tiempo-eje.

* El tiempo-eje en la historia universal de la humanidad, donde ha surgido la fuerza fecunda más potente de transformación y configuración del ser humano, hay que situarlo en torno al 500 a. C., y abarca los dos siglos anteriores y posteriores a esa fecha. Ahí se -sitúa el origen del hombre que vivimos hasta hoy. En ese “momento” -como dice Dilthey- coincide y se concentra en China la obra de Confucio y Lao-Tse. Con esa experiencia de fondo, coincide la experiencia india de Buda y el “modo de pensar” y ser los Upanishades. Coincide ese tiempo también con la aparición de los profetas de Israel y su reflexión teológico-filosófica sobre el destino de Israel y de los demás pueblos del mundo. Se hace presente Zaratustra en Persia. Y en fin, la filosofía griega: Homero, Parménides y Heráclito, los presocráticos y Jenófanes y Anaximandro… Platón y Aristóteles.
* Ortega, con más visible impaciencia que Jaspers, dice desde sus primeros escritos que la razón no le funciona al hombre porque sus aplicaciones físicas, químicas, matemáticas, etc. no sirven para aplicadas a la vida humana individual ni a la vida social y política. El hombre y la sociedad han sido víctimas de su propia torpeza en el concebir y ejecutar la razón y por ende la vida humana. Necesitamos otra manera de pensar y de ver que nos dé un fondo de creencias favorables a la vida concreta de los individuos y los grupos donde la vida en inmediatez se organiza, toma la forma y figura de un organismo viviente. Y ha intentado fundamentar una razón vital e histórica.

* Cuanto se piensa para el hombre, se ha de pensar empíricamente para individuos concretos e históricos. Si se ordena el mundo como si los individuos fuesen espiritualidades materializadas o sensibilizadas per accidens se las concibe y obliga a vivir en un mundo falso. De ahí resulta que la vida en la civilización occidental es una vida contra naturam que ha llegado a considerarse como natural. El orden resultante es este conjunto de ingenierías técnicas trasladadas al plano llamado humano para funcionar como ingenierías jurídicas, financieras, políticas, pedagógicas… al servicio de los apetitos insaciables. Nuestro ser natural o vida humana, es sensible y no perteneciente al mundo de las ideas. Tomado el mundo como una dictadura de conocimientos abstractos y con una razón abstracta, se vive contra la vida, la cual siempre es concreta.

* No se ha meditado bastante sobre el deficiente y aun contradictorio régimen lógico con que nuestra civilización ha albergado y conducido al hombre. El diagnóstico orteguiano es de una clarividencia extraordinaria: El hombre no es un ángel caído ni una idea embarrada ni una chispa pitagórica olvidada de su origen. Además, no se ha ponderado suficientemente el disparate de que este modo insuficiente de pensar abstracto y desligado de la sensibilidad ha sido adoptado por el cristianismo el cual ha repensado todos los contenidos de la vida desde este inmenso prejuicio de la lógica abstracta.

* El conocimiento se separó de la vida porque fue fácilmente raptado por la teología y la religión para servir a la otra vida, la que viene, la supuesta vida más verdadera que ésta. Este rapto duró mil años, los mil años de teología escolástica, fundamentalmente platonizante.

* La teología, en nuestra civilización, ha arrastrado a la filosofía y ha sido arrastrada o servida por ella. El tema es indispensable para entender la vida y sus modos en el momento de centrarse directamente en una razón vital.

* Hay interferencias teológicas que descentraron y descentran el pensar filosófico-metafísico. Y algunas, de extremada gravedad, dado el lugar que la razón religiosa ocupa en la vida. Es el caso de la doctrina paulina (sobre la mujer, la idea de Dios, la división de la vida entre acá y el más allá, etc)

* Todas estas creencias seculares no sólo permearon el alma popular sino que condicionaron leyes y pedagogías desde su poder nativo y tradicional de imposición o de persuasión. El hecho es que sólo un proceso secular que ha incluido luchas sociales dramáticas ha podido ir limando el alma y dejando que alumbrara mejores sentimientos.

* Ortega habló con  toda la claridad posible de un cambio de civilización: “Lo que he querido decir al indicar que nuestra civilización, la civilización europea, había muerto, era simplemente que esos principios habían llegado a una situación en la que se veía que no eran suficientes. Siempre es asunto del filósofo intentar ver si los principios lo son verdaderamente… Y cuando he dicho que esos principios han caducado, he dicho algo muy concreto… Estos principios se han revelado falsos… Otros comienzan a estar ya aquí, en perfecta continuidad con los otros principios. Por tanto, está llegando esta nueva civilización europea que continúa la antigua.”

* Jaspers, Ortega y Heidegger están de acuerdo en que a lo mejor se ha acabado lo que se ha entendido por filosofía y que nos ha servido para manejar la naturaleza y sus técnicas. Y que lo que servirá para conducir la vida e historia humanas por caminos menos dramáticos y homicidas habrá de ser otra cosa que podrá llamarse ciencias del espíritu, o ciencias de la cultura, o sencillamente Humanidades; pero que no será esa razón abstracta o extracta que sirve para fabricar cosas.

* El hombre ha vivido siempre, y vive, en permanente estado de crisis. La crisis consiste en que por razones internas o externas se le rompe al individuo o se les rompe a los grupos el habitáculo o refugio o rincón cultural.

* Lo natural del hombre es la crisis; es un resultado de su naturaleza vital, de su vida espiritual. De suerte que no hay ningún hecho empírico que no tenga antecedentes y consecuencias y pueda ser entendido fuera de la serie y fuera de su circunstancia, Hace un pequeño invento, y altera su mundo más de lo esperado y aun deseado, (el algodón que permite conservar fácilmente el calor del cuerpo en ambientes fríos; la máquina de vapor, la vela, la penicilina, la píldora de antes o de después…). Mas, hay un momento que no sólo por acumulación sino por la profundidad del sentir, se alteran las relaciones en que consiste cada sujeto. De ahí la importancia de saberlas vivir que presupone saberlas diagnosticar, encontrar la causa verdadera, y quererla reconocer con todas sus consecuencias, sin engañarse ni engañar. Y reconocerlas como el medio propiamente humano.

* Desde el origen de las grandes civilizaciones (China, India, Grecia/Palestina) el hombre tiene la impresión y convicción empíricamente ratificada, de que esto del mundo y la vida no está acabado; de que está por hacer y además lleno de nudos. Lao-Tse, los Upanishdas, los profetas de Israel y la filosofía griega coinciden en que el universo y el hombre son un conflicto y una dificultad tanto como una evidencia de que estamos aquí sin haberlo predeterminado ni querido.

 * Jaspers dice: La crisis del hombre moderno, alzado a una carrera y progreso de la ciencia ya imparable es tal que hace falta una conciencia existencial universal por su hondura y amplitud. ¿Señalarán el nuevo nivel y las nuevas referencias esta vez magos, mitólogos, profetas, sofistas o  místicos, poetas y filósofos?

 * Heidegger y Ortega señalan que en Leibniz se dio un giro del filosofar, no proseguido luego, consistente en advertir que a la razón hay que enseñarle a trabajar para la vida y a gozar de la vida y que su método ha  de ser un Methodus Vitae, que la razón ha de ser una razón vital.

 * La obra de Ortega contiene un repaso a la historia de la filosofía occidental desde los presocráticos hasta el positivismo del XIX; y muestra que la filosofía (si la filosofía no se ha acabado) ha de ser el estudio del hombre y su nuevo modo de afrontar el Universo de la vida espiritual o personal. El hombre, ser de reflexión y de vivir consciente, capaz de meter a la historia una marcha de motor de explosión.

* Si recogemos los textos en que Ortega habla de la desesperación a que ha llegado la filosofía (viendo vivir a las gentes bajo la cobertura de constituciones y leyes o reglamentos y usos forjados por el pensar filosófico de los últimos veinticinco siglos), se les puede resumir diciendo “aquí no se puede vivir”.

 * Ortega en1940, presenciando la explosión de irracionalidad que acababa de producirse, había dicho: Hay que construir una razón vital. La realidad humana, su esencia propia, no puede ser pensada ni entendida con la lógica con que se piensa las realidades físicas. Se ha de fundar la filosofía en la nueva idea de la vida, en la gran idea de la vida que, quiérase o no, será aquella sobre la cual va a vivir en la próxima etapa la humanidad”. Y en 1945 señala: Creo que en este momento no hay en el mundo una persona que se sienta feliz. “Los gigantescos y terribles acontecimientos en medio de los cuales estamos…, esos tremendos hechos que son hoy el fondo inexorable de nuestras vidas… significan que es ya ineludible la tarea humana de reformar radicalmente la organización de la existencia humana en todas sus dimensiones”. El conocimiento no se da fuera de la vida de los individuos, no es una realidad independiente que se escapa y se va por ahí al servicio de cualquier cosa por sublime que sea y quiera ser vista por encima de las vidas de las que y por las que el conocimiento reflexivo se produce. El conocimiento es una función al servicio de la vida. Brota de la vida, es vida y sostiene a la vida. Hace más dos mil quinientos años Aristóteles ya previno de que “el acto del conocimiento es vida” y no hay más vida que el conocer verdadero.

 * La literatura religiosa del cristianismo repite desde hace dos mil años que “en la vida está desde el principio la luz de los hombres”, es decir, que la luz o conocimiento que puede iluminar el camino de los hombres es una luz, un modo de pensar, que viene de la vida y que esa luz que viene de la vida es la verdadera luz o conocimiento  (Juan, 1-14).

 * ¿Qué hacer pues en el futuro inmediato que no es el mañana sino el hoy mismo?
La necesidad de una razón nueva, no abstracta y cósica que convierte los fenómenos humanos parciales (p. e. el dinero) en una realidad en sí misma, con sus propias leyes, parciales, unidimensionales, clasistas, partidistas, desconoce la ley fundamental del ser. El ser y la vida es una relación pluralísima y la ley que de ella brota es la ley de vida, la razón vital. No se trata de una retórica de la razón vital. Se trata de que la vida da de sí un modo apropiado de verse, en el que el individuo particular e irrepetible no se sacrifica a la razón abstracta.
* Heidegger lo decía de otra manera: El hombre no es todavía hombre, no es lo que tiene que ser. El hombre va por un desierto con algún oasis o por un bosque con claros, pero en realidad se encuentra en pleno caos. El hombre no ha entendido el laberinto de la libertad y su obvia sucesión de horizontes en continuidad profunda. Heidegger no lo decía desesperanzadamente, y recordaba, en cita de Sófocles, que el equilibrio sensato se encuentra por doquier en el universo”, y que no “van a ser los hombres los únicos que en el Universo no encuentren la sôfrosyne, la sensatez” Será difícil encontrarla, pero tal vez buscarla sea el destino del hombre y el sentido de la vida.

* Se trata de un verdadero Methodus Vitae accesible a cada individuo. Por eso Leibniz  trabajaba en una recopilación o biblioteca universal de todo el saber disperso y perdido que ha dado de sí espontáneamente la experiencia de la vida del hombre, para que el hombre echara mano de ellos en situación, en circunstancia, y cada individuo supiera conducirse por su camino.
* Hay un momento en las circunstancias de decadencia o de crisis de crecimiento en que el individuo se siente cercado de ruinas, se siente desprotegido y desconfiado. La razón vital le ha de decir en ese momento que su deseo de cambio y su fe en la posibilidad de cambio reposa en él mismo. Es el momento de la Memoria y resistencia que dice Alfons Cervera. Saber decir todas las veces que sea necesario cada día  “No, no, y a la tercera un pacífico pero resistente: No me da la gana”.

* Es la hora del “no” pacífico pero firme. De la repetición del “no” hasta en la forma cansada pero justa del punto final: Es que no me da la gana, no quiero perder tiempo razonándolo, me da ya asco histórico. El “no” repetido tendrá una fuerza imparable.

* Venimos de una edad moderna que ha probado muchas formas de acción directa y rápida saliendo de la rotación antigua monarquía/oligarquía/democracia/anarquía y vuelta a empezar. Hemos probado revoluciones como la inglesa y la francesa, puritana fervorosa la una y laica radical la otra, violentas entrambas. Hemos probado revoluciones dictatoriales triunfantes con tiempo por delante para establecer su forma de justicia e igualdad. Hemos probado regímenes institucionales liberales, socialdemócratas… Hemos probado estados de fervor y emoción sinceros y de fervor y emoción preceptivos… No estamos convencidos de haber encontrado mediante una acción directa revolucionaria ni mediante una acción política una administración que no acabe dando muestras de inhumanidad tanto más detestable cuanto más envuelta en la retórica política convencional, de la que estamos rodeados con ejemplares cotidianos de circo si no fueran detestables.

* No creemos en la política y sus formas posibles. Tenemos que pensar y estar ineludible e incansablemente al servicio de la vida humana personal universal.

 * “Esta Tierra llegará algún día a ser el lugar de una vida elevada y libre, y ningún poder represivo podrá oponerse a ello”, exclamó el viejo Dilthey después de observar la aurora de las primeras grandes civilizaciones y su desarrollo, y de constatar los síntomas de que un nuevo tiempo-eje está ya en cocción, según dirá su seguidor Jaspers. Sabía por un método empírico que el sujeto de inteligencia imaginativa y libre que es el hombre, lo lleva incansablemente a construirse un lugar de dignidad para vivir en esta tierra.

 * Mientras tanto es el individuo quien ha de poner su proa cotidiana en la dirección leibnizana de “lo mejor posible” para todos los hombres.

 

Compendio personal de dicha conferencia

* La crisis caótica actual tiene una lectura filosófica. Sólo los filósofos pueden ayudar a comprenderla y, quizá, a dar a luz una nueva civilización. Cada civilización es una manera de estar, pensar y entender la vida. Los valores establecidos no son naturales sino creaciones humanas con fecha de caducidad. Esta idea subraya el valor de la cultura frente a la naturaleza.
* Importancia de la vuelta a las Humanidades. Desde el siglo XVI hasta hoy, pesa sobre la civilización occidental una Teología que confunde actitudes reaccionarias con supuestas verdades reveladas. Ya entonces se busca la racionalidad como principio rector, robándole protagonismo a la fe. Los humanistas con Erasmo a la cabeza antepondrán a la “fides cercior rationem” la “ratio cercior fidem”. Las Humanidades servirán para conducir la vida y la historia humana por caminos menos dramáticos y homicidas.

* En nuestra época la racionalidad debe constituir el sesgo íntimo e ineludible de la vida. Pero ¿de qué razón estamos hablando? Hay distintas clases de razón. Desde la razón abstracta (modo insuficiente de pensar, desligado de la corporeidad, que lleva a la dictadura de conocimientos abstractos y, en caso extremo, a la locura de la razón técnica y su poderío destructor), hasta la razón vital.

* El hombre, medida de todas las cosas, no es un ángel caído ni una idea embarrada ni una chispa pitagórica. El hombre es un ser de libertad imaginativa. Sólo desde la razón vital puede crear una antropología y un mundo a su medida.
* La razón vital debe trabajar para la vida, para gozar de la vida (nos scholae discimus sed vitae). No se puede sacrificar el individuo a la razón abstracta y menos a la racionalidad irracional que se cobra vidas humanas (guerras).

* La sensatez como destino del hombre y sentido de la vida. La ciencia, como ámbito de la vivencia y creación, no ha sido capaz de ayudar a encontrarla.
* En las turbulentas y oscuras circunstancias actuales, sólo la razón vital hará que el hombre pueda comprenderlas y que tome conciencia de que el cambio (posible creación de nuevos valores, nuevo cielo y nueva tierra) reposa en él, en su razón vital.

* Frente a la inhumanidad, tanto más detestable cuanto las instituciones se envuelven en la retórica convencional, es la hora del “no” pacífico; del “basta ya

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