lunes, 15 de abril de 2013


A propósito de ARTUR MAS,
PRESIDENT DE LA GENERALITAT DE CATALUÑA

 
La culpa de “sus” males siempre la tienen los otros. No me convencen las manifestaciones que hace. Puede que yo esté equivocado, pero tienen el tufillo de insidiosas. Veamos su última declaración (Àngels Piñol, El País, 14 abril 2013)

 “(Artur Mas) fue contundente al denunciar una “ofensiva” de organismos del Estado, “muy poderosos” que tienen “dinero metido en un cajón” para cargarse símbolos de Cataluña. “No consentiremos. El presidente Pujol es un símbolo con el que mucha gente se ha identificado y lo quieren desgastar. Buscan introducir dudas sobre este símbolo y eso resquebraja la sociedad catalana”.

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¿De veras el presidente Pujol es un símbolo de Cataluña? ¿Un símbolo moral? ¿De veras que desmitificar este símbolo resquebraja la sociedad catalana? ¡No exageremos, por favor! Son los hijos del president Pujol los primeros que, con sus conductas poco honorables, le han removido la peana.

 El barcelonés Daniel González (Cartas al director de este mismo periódico y día), señala lo que de veras preocupa a los ciudadanos de a pie:
“¿Acaso hay Estado de bienestar en Cataluña? ¿Estado de bienestar para quién? ¿No se han estado cargando todo lo social desde el inicio de la democracia, gastándose todo el presupuesto en himnos y banderas, además de llevarse el dinero de los ciudadanos catalanes a paraísos fiscales?”

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El señor Mas, victimista, altivo, me recuerda (mutatis mutandis) aquel príncipe del que nos habla Nicolás Maquiavelo.

“Hay que comprender bien que un príncipe, y especialmente un príncipe nuevo, no puede observar todas aquellas cosas por las cuales los hombres son considerados buenos, ya que a menudo se ve obligado, para conservar el Estado, a obrar contra la fe, contra la caridad, contra la humanidad, contra la religión. Es menester que tenga el ánimo dispuesto a volverse según que los vientos de la fortuna y las variaciones de las cosas se lo exijan, y a no apartarse del bien, mientras pueda, sino a saber entrar en el mal, cuando hay necesidad”.

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