sábado, 9 de noviembre de 2013

¡Vivir para ver!


De aquí y de allá

 He aquí algunos extractos de El País 9 de noviembre de 2013

* Manuel Rivas – “Otro Madrid”
Madrid necesita otro alcalde o alcaldesa con urgencia, un Gobierno que gobierne… La decadencia de Madrid tiene que ver con la desactivación de su pulso cultural. Cuando desaparece la cultura, entra a saco la vulgaridad.
* J.J. Pérez Benllohc – “Un embrollo descomunal”
Hace 24 años el presidente socialista Joan Lerma puso en marcha RTVV (RadioTeleVisiónValenciana)… nació sin mucho entusiasmo por la libertad de expresión… En 1995, su sucesor en la poltrona, Eduardo Zaplana… sin reparar en gastos, inundó (el invento) con personal de su confianza, abonando el clientelismo y la manipulación informativa. Francisco Camps no hizo otra cosa que, en un palmario ejercicio de irresponsabilidad, insistir en estas prácticas, abocando el ente al límite de lo imposible e inviable. Alberto Fabra ha tenido que afrontar… el problema que supone el escandaloso desmadre económico de este medio, por no hablar de su misérrima audiencia. Soslayamos los episodios de saqueo, abusos y despilfarro
No vamos a romper una lanza por esta TV… sus mayores beneficiarios eran los políticos del PP con mando en plaza… bajo el imperio del PP, la TVV ha sido el emporio de la mentira o la falsificación… alguna culpa incumbe a esa plantilla que, salvada una intrépida y honorable minoría, ha callado año tras año ante los desmanes evidentes y su propia hinchazón. No merecen este castigo, pero lo han abonado.
* Luz Sánchez-Mellado - “Portera de día”
Total que con la prisas no te cuento… lo de las cuchillas antiinmigrantes de Fernández Díaz en Melilla, aunque ahí el ministro, para ser tan pío, se ha pasado por el forro lo de amarás al prójimo como a ti mismo.

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Nota propia: en la nómina del Opus Dei [cuyos adeptos buscan la santificación personal (¿?) mediante el trabajo y enriquecimiento en este mundo] no hay que olvidar entre otros preclaros miembros a: Federido Trillo, embajador en Londres, y a Juan Cotino, presidente de las Cortes Valencianas.

 

jueves, 7 de noviembre de 2013

Juan Pablo II ¿santo?


Comulgar con ruedas de molino

  El cardenal Stanislao Dziwisz, arzobispo de Cracovia y secretario del papa Wojtyla, quiere hacernos comulgar con ruedas de molino. En su libro “He vivido con un santo” afirma con aplomo y cinismo que Juan Pablo II nunca supo la verdad sobre las inmoralidades de Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo. Ni siquiera oyó rumores. No sabía nada, absolutamente nada. Y echa toda la culpa a la estructura burocrática vaticana, como si él no hubiese formado parte de esa Curia Romana que ahora culpabiliza.

 Me he preguntado muchas veces cuántas toneladas de tierra utilizó Juan Pablo II para tapar los crímenes de pederastia de Marcial Maciel, íntimo amigo suyo y gran benefactor de la Curia Romana… Por si no fuese suficiente, lo honró en público como “guía de la juventud”.

El penoso affaire del fundador de los Legionarios aún colea y salta a los periódicos de vez en cuando. Ahí están las numerosas víctimas (niños o jóvenes seminaristas), adultos ahora, que creyeron ingenuamente que en Roma encontrarían a la madre protectora. Una tras otra fueron enviando sus denuncias al Santo Oficio de Ratzinger. Las víctimas relataban cómo el padre Marcial Maciel les sellaba los labios, recordándoles la promesa de guardar secreto y de obedecer que habían hecho. El padre Marcial Maciel esgrimía el perverso axioma (una y mil veces repetido en el confesonario y en las pláticas como doctrina incuestionable) de que el que obedece nunca se equivoca. Había que obedecer al superior, aunque mandase cosas pecaminosas, porque tenía el don del discernimiento y, en último término, porque representaba a Dios. A los adolescentes, desarmados de ese modo, se los llevaba a la cama. Les decía que las masturbaciones, felaciones y otros juegos más osados a los que los sometía, se los habían prescrito los médicos porque no encontraban otro remedio para calmar sus dolencias crónicas. Además (les mentía) contaba con la dispensa de Pío XII y de los otros papas que vinieron detrás. Tras someterlos a las vejaciones sexuales, Marcial Maciel los tranquilizaba paternalmente: “No te preocupes, hijo mío. Para que te quedes más tranquilo y sin remordimientos de conciencia, yo mismo te doy la absolución”. Y los mandaba luego a misa, y ponía en sus bocas la blanca hostia.

Las denuncias contra Marcial Maciel llegaron al Vaticano. El cardenal Ratzinger, entonces prefecto del Santo Oficio, ¿no informó al Juan Pablo II con quien despachaba semanalmente? ¿O fue Wojtyla quien ordenó que no se les diese curso? Las denuncias quedaron en papel mojado, olvidadas sine die… Por favor, monseñor Stanislaw Dziwisz, no nos tome por imbéciles y no pretenda hacernos comulgar con ruedas de molino.

Este cardenal polaco, hipócritamente, se echa las manos a la cabeza, escandalizado: ¡Juan Pablo II es un santo, si lo sabré yo; él jamás supo nada de pederastas, como tampoco supo nada de Reagan ni de la CIA, ni de Pinochet, ni de los eventos de Nicaragua (caso de Ernesto Cardenal) y de El Salvador (caso del arzobispo Romero), ni de la Teología de la Liberación,  ni de la Sluba Bezpieczenstwa (la terrible policía secreta del antiguo régimen comunista, de la que un 10% de los clérigos polacos fueron colaboracionistas), etc. etc. Ese es el núcleo biográfico que retrata al papa Wojtyla tal cual era. Ahí se ve, con hechos incontrovertibles, que Juan Pablo II no fue un papa pastoral sino un papa político, un papa iluminado, ultraconservador, tremendamente terrenal y ansioso de poder. ¡No supo nada, absolutamente nada! ¿Qué hacía, pues, un papa tan avispado como Wojtyla?

En el Vaticano (la institución mejor informada del mundo) todo, absolutamente todo, se sabe. Ahora bien, cada cual miran las cosas con la perspectiva del propio interés y medro. Se callan o se destapan según los beneficios personales que puedan acarrear.

¿A cuantos cardenales no habrá comprado el tal Marcial Maciel a golpe de talonario de cifras millonarias? ¿A qué viene ahora eso de que Wojtyla no sabía nada? Alguna parte de culpa le corresponderá también al fiel secretario, hoy cardenal. El papa Wojtyla encubrió hasta su muerte a su amigo Maciel. Impidió que se le abriese proceso alguno. A causa de su connivencia con la pederastia y del consiguiente desprecio y falta de caridad hacia las víctimas, Juan Pablo II no es merecedor del honor de los altares.

El cardenal Dziwisz nunca me cayó bien; y creo que no soy el único. Para los curiales del Vaticano, monseñor Stanislaw Dziwisz, secretario del papa Wojtyla, siempre fue la persona más desconcertante de los cortesanos que le rodearon. Desde el mismo momento que este papa tomó posesión de los palacios apostólicos, se encargó de espantar a los italianos que integraban “la familia pontificia” y sustituirlos por polacos. Él mismo se convirtió en cabecilla del “clan de los polacos”, camarilla hermética que, a lo largo del pontificado, fue adquiriendo más y más poder.

Karol Wojtyla, siendo arzobispo de Cracovia, había escogido para secretario personal al joven Stanislaw que aún no había sido ordenado in sacris. Desde entonces siempre estuvo a su lado, vivió bajo el mismo techo, lo acompañó en todos sus viajes, se convirtió en su sombra. Como declaraba un arzobispo polaco, habitual comensal del papa, Stasz (como familiarmente lo llamaban los más íntimos) era su confidente, su asesor, su amigo entrañable a quien el papa quería como un hijo. A medida que fueron pasando los años, monseñor Dziwisz acaparó competencias que superaban con creces las específicas de un secretario. Pasó de ser su fiel perrillo faldero a ser su perro guardián. A medida que las facultades del papa mermaban, las de su valido fueron creciendo. Monseñor Dziwisz se hizo imprescindible. Conocía como nadie los hábitos de Wojtyla y, lo que es mucho más inquietante, conocía su mente. (¿La manipulaba?). Dziwisz estaba con el papa todo el día: comían, paseaban y rezaban juntos. Como comentaba ese comensal polaco al que me he referido antes, en los appartamenti di terzo piano vivían el papa y Stanislaw; luego, todos los demás. De estar hoy en uso el nepotismo como en otros tiempos, quién sabe si este personaje, mediocre, oscuro y reservado, hubiese acabado heredando el trono.

Monseñor Dziwisz siempre me recordó, mutatis mutandis, a sor Pascualina, aquella extraña e inquietante monja que llegó a tener tan gran ascendencia sobre Pío XII que los mismos cardenales debían acudir a ella para solicitar audiencia. Con los años, la monja concitó tanto resentimiento que, apenas muerto Pío XII, los cardenales la echaron del Vaticano a cajas destempladas. Monseñor Dziwisz no ha salido del Vaticano con las manos vacías, como sor Pascualina. Ratzinger le regaló el arzobispado de Cracovia y un capelo cardenalicio como recompensa a los servicios prestados.

 

martes, 5 de noviembre de 2013

¿El papa Wojtyla, santo? ¿Por qué no Reagan?

Juan Pablo II no es santo de mi devoción
 
 
El primer viaje de Juan Pablo II a Nicaragua en marzo de 1983 no sólo cuestiona la heroicidad de sus virtudes, sino que las echa por los suelos. He aquí algunos puntos que invitan a la reflexión.

Primero: Juan Pablo II había hablado de paz en los otros países de Centro América que acababa de visitar y pedido a los guerrilleros que depusieran las armas. En cambio, en Nicaragua, que sufría los crímenes y atrocidades de los guerrilleros de la Contra, evitó pronunciarse. ¿Por qué? Juan Pablo II no podía ignorar que los integrantes de la Contra provenían en su mayoría de las filas del dictador Somoza, y estaba promovida y financiada por la Administración Reagan. Además, los de la Contra iban gritando a los cuatro vientos: “¡El Papa está con nosotros!”. ¿Por qué Juan Pablo II no desmintió ese equívoco? ¿Por qué no condenó los crímenes de la Contra? Qui tacet consentire videtur (Quien calla, consiente). El papa, cuanto menos, pecó de silencio cómplice.

Segundo: los asesores de Juan Pablo II que prepararon ese viaje y sus discursos, habían utilizado un documento secreto elaborado por el nicaragüense Humberto Belli, fanático antisandinista. Dicho documento se lo facilitó el Nacional Security Council de los Estados Unidos. La actuación del papa en Nicaragua fue imprudente, injusta y antievangélica, quedando de manifiesto que se atuvo a las directrices políticas de los norteamericanos.

Tercero: El gobierno sandinista y los responsables del protocolo Vaticano habían convenido que, a su llegada al aeropuerto, el papa sería recibido por el presidente Ortega, y saludaría de lejos a los miembros de su gobierno; evitando así el encuentro con el sacerdote Ernesto Cardenal, ministro de Cultura. Al cardenal Silvestrini (de la Secretaría de Estado, que había llegado a Nicaragua una semana antes para ultimar los detalles), esa solución le pareció genial. Pero los designios de Juan Pablo II fueron otros. Saltándose todo lo convenido, pidió al presidente Ortega saludar individualmente a los ministros y éste, cogido por sorpresa, accedió. El papa, flanqueado por Daniel Ortega y el cardenal Casaroli, Secretario de Estado, fue dando la mano a los ministros. Al llegarle el turno a Ernesto Cardenal (sacerdote jesuita), éste se quitó su boina y dobló la rodilla para besarle el anillo. El papa, visiblemente enfurecido, retiró la mano y, blandiendo el dedo como si fuera un bastón, le grito: “Usted debe regularizar su situación”. Reprimenda que repitió dos veces. Todas las cámaras del mundo transmitieron semejante humillación.

La reprimenda del papa fue injusta, porque Ernesto Cardenal sí que contaba con la autorización de los obispos autóctonos. Esa reprimenda no fue un acto espontáneo sino premeditado. El propio nuncio de Nicaragua ya había prevenido a Ernesto Cardenal de que “algo” podría ocurrir, y que las cámaras de televisión estaban sobre aviso; lo que constituía una grave alevosía. El norteamericano Blase Bonpane escribió una carta abierta a Juan Pablo II diciéndole lo que tantos cristianos pensaron: que se había dejado llevar de la ira, que había faltado gravemente a la caridad, que había escandalizado a medio mundo y que debía pedir perdón públicamente al sacerdote por haberlo humillado.

Vienen a mi memoria una frase de Jorge Luis Borges que he leído no sé en que parte: “Las palabras dichas en un momento de ira pueden seguir lastimando a quien heriste durante toda la vida”.

Cuarto: El papa en su homilía de la misa solemne, celebrada delante de más de 700.000 personas llegadas de todos los rincones de Nicaragua, mostró una agresividad indigna de un pastor de la paz. Agresividad que más que en sus palabras estaba en el tono acusatorio con que las decía, y aún las gritaba. Al comprender el pueblo que el papa hablaba contra los cristianos y sacerdotes de la revolución sandinista, reaccionó contra él, mostrándole a gritos su desacuerdo.

La visita del papa Wojtyla a Nicaragua, a mi entender, resultó una mancha negra en su biografía más que suficiente para paralizar sine die su beatificación-canonización. ¿Cómo se las habrán ingeniado el postulador de la causa y los redactores de su positio para escamotearla? Quizá se empleasen a fondo para tergiversar la historia. Quizá resumiesen en una línea aquel desafortunado viaje a Nicaragua o lo englobasen en el capítulo genérico, evanescente y triunfalista, de sus viajes apostólicos. Quizá adujeron que, de detenerse a analizar tan con lupa los hechos de su vida, se eternizaría el proceso… No me cabe la menor duda de que escamotearon ese viaje a Nicaragua, como han hecho con otros asuntos espinosos de su pontificado. La ira de Karol Wojtyla (aunque se la disfrace o justifique con el celo bíblico “zelus Domus tuae comedit me”) lo inhabilita como modelo de bondad, comprensión y misericordia.

Desde mi punto de vista, en los eventos de Nicaragua y el Salvador (caso del arzobispo Romero) confluyen y se entremezclan la política de Reagan, la CIA, la Teología de la Liberación, Polonia, el comunismo… Ese es el núcleo biográfico que retrata al papa Wojtyla tal cual era. Ahí se ve, con hechos incontrovertibles, que Juan Pablo II no fue un papa pastoral sino un papa político, un papa iluminado, tremendamente terrenal y ansioso de poder.

domingo, 3 de noviembre de 2013

¿Por qué bada sirve nunca de nada?


Gobernantes incompetentes y sin escrúpulos

 

Van a cumplirse dos años desde las últimas elecciones. Sí, sólo dos años, aunque parezca que Rajoy, Sáenz de Santamaría, Montoro, Mato, Wert y demás conmilitones lleven burlándonos una eternidad… en este período se han aplicado incontables recortes en todo lo habido y por haber…
… ¿cómo puede ser que todos estos brutales recortes y ahorros, y toda esa monstruosa operación recaudatoria (un saqueo, un expolio en regla) no sirvan nunca de nada?
… ¿Dónde va a parar todo ese dinero, el que no se gasta en servir a los ciudadanos y el que se les sustrae con variadas triquiñuelas legales?
…Hay una respuesta obvia: estamos en manos de incompetentes que además carecen de escrúpulos.

Lo prueba que:
* el Gobierno cuente con unos 600 “asesores”
* el Ayuntamiento de Barcelona con 262
* el de Madrid no se sabe si con 231 o 254
* Mientras el de París, con más millones de habitantes, se asesora sólo con 36.
… Añadan los asesores de 17 gobiernos autonómicos, y les saldrán millares… en su mayoría inútiles y parasitarios.

Lo más sangrante, con todo, es esto: si alguien es Presidente, ministro, alcalde, consejero autonómico o concejal, se supone que posee conocimiento y criterio para desempeñar su cargo y que no necesita de ningún asesor… de un cargo público debe esperarse que él o ella sean sus propios “asesores”, y que dimitan si no es así y dejen su puesto a quien sepa de verdad. O bien que el salario de
* los 262 “asesores” de Barcelona
* los 231 “asesores” de Madrid y
* los 600 “asesores” del Gobierno Central se reste  de los que respectivamente perciben
 Xavier Trías, Ana Botella y Mariano Rajoy.

 
Javier Marías El País Semanal Domingo 3 de noviembre de 2013
(Extracto de su artículo: ¿Por qué nada sirve nunca de nada?)

 

sábado, 2 de noviembre de 2013

Más lujo y más hambre

Las cosas claras
… nuestros gobernantes han organizado las cosas de manera que cada día aumenta el número de personas que rebuscan lo que pueden en los contenedores de basura… Mientras que, al mismo tiempo… hay quienes se sienten orgullosos de sí mismos porque se pueden permitir lujos y caprichos que poca gente en Europa se puede permitir en estos tiempos.
Los políticos no mienten cuando nos dicen que a España llega cada día más dinero. Lo que no nos dicen es que ese dinero le llega a poca gente, a contadas familias, que nos manejan a los demás…
No hablo de las consecuencias que este aterrador giro económico ha provocado, y está provocando… la clase media, si no desaparece totalmente, se va a quedar tan debilitada y tan escasa, que, dentro de poco, ya no será el motor de la economía de este país.
 el 80 % de la población quedaremos a merced de lo que quieran hacer con nosotros el 20 % de los más ricos. Porque ellos sí serán el factor determinante que decidirá cómo va a funcionar la política, la economía, la justicia, la educación, la cultura y hasta la religión.
… al hablar de estas cosas, estoy expresando lo que es el centro de mis convicciones y mis creencias. O sea, lo que es el centro de mi religión.
Yo leo y releo el Evangelio. Y lo que en él encuentro, en cada página de ese gran relato, es que el centro de las preocupaciones de Jesús no fue la religión del templo, sino el sufrimiento de la gente de la calle. Justamente, lo que no se cansa de repetir el papa Francisco. Este papa extraño que, de pronto, se ha hecho presente en la escena mundial. Para recordarnos a todos - empezando por el clero - que, por muy importante que sea la asignatura de religión en la enseñanza, es mucho más apremiante remediar el hambre y atender a la salud de niños, ancianos y enfermos.
… yo sé que Caritas, parroquias, conventos y otras instituciones similares derrochan caridad y generosidad con incontables personas necesitadas. Esto es justo y necesario reconocerlo. Tan justo y necesario como tener presente que la estabilidad constitucional de un país no se puede cimentar sobre la caridad, sino sobre la justicia. Yo supongo que nuestros políticos se dan cuenta de esto. Pero si es que ni de esto se enteran (o no les interesa), que no nos hablen más de los presuntos crecimientos económicos, que sólo cuadran con sus cuentas y proyectos. No queremos el modelo de sociedad que ellos quieren. Queremos una España más igualitaria, más justa y más honrada. O digamos, por las claras, que ni nos importa su España. Ni nos interesa su religión.


Extracto del art. “Más lujo y más hambre” de José Mª Castillo (1 Nov. 2013)