jueves, 25 de abril de 2013


El Papa Francisco: "No se puede creer en Jesús sin la Iglesia"

"Encontrar a Jesús fuera de la Iglesia no es posible. Es absurdo amar a Jesús sin la Iglesia"
"Encontrar a Jesús fuera de la Iglesia no es posible. El gran Pablo VI decía que es una dicotomía absurda querer vivir con Jesús sin la Iglesia, seguir a Jesús fuera de la Iglesia, amar a Jesús sin la Iglesia".

Me han chocado desfavorablemente estas palabras del papa Francisco. Me han recordado a las de Benedicto XVI en su desafortunado Dominus Jesus y aquel aforismo teológico, no menos infausto, de que “Extra Ecclesiam, nulla salus”.

 Me parece que hay que levantar la voz y, frente este afán de secuestrar a Jesús, de monopolizarlo, declarar que Jesús es patrimonio de la Humanidad.

 ¿Quién y en nombre de qué derecho puede monopolizar la figura de Jesús y su mensaje, excluyendo a los demás? No dijo Jesús a sus discípulos celosos y excluyentes: “quien no está contra mí, conmigo está”?

Leyendo los Evangelios, nadie puede afirmar categóricamente que Jesús fundase una iglesia y menos la Iglesia Católica que conocemos. Estamos tan acostumbrado a ella que ni cuenta nos damos de la aberración que su ponen sus lujos, ceremonias principescas, las soberbias catedrales (levantadas no por la fe de los fieles sino por la soberbia de los obispos, con la desvergonzada pretensión de que todo el mundo supiera cuán poderosos eran). Tan habituados, que ni cuenta nos damos de la contradicción que existe entre Iglesia y Evangelio.

 ¿Cómo iba a fundar una Iglesia quien pasó su vida fustigando a los Sumos Sacerdotes y su Templo, del que dijo que no quedaría piedra sobre piedra? ¿Cómo iba a fundar una Iglesia quien le dijo a la samaritana: “viene la hora cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre... Dios es espíritu, y los que le adoran deben adorarle en espíritu y en verdad”? Jesús predicó el amor y la compasión, pasó su vida haciendo el bien, tomó partido por los pobres y desheredados, invitó a quien quisiera seguirle a hacer lo mismo… Lo suyo fue un movimiento, no una religión burocratizada, una más.

Fue en el 325, a raíz del concilio de Nicea que diviniza a Jesús, cuando el cristianismo se organiza como religión y los obispos se convierten en sus funcionarios. Fue en el concilio de Nicea, si no fue mucho antes (ya desde los tiempos de san Pablo), cuando nace una Iglesia que poco tendrá que ver con el Evangelio.

Finalizo mi comentario, citando una vez más la frase de A. Loisy, que, como slogan, ha sido repetida hasta la saciedad: “Jesús predicó el reino, y vino la Iglesia” .

 

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