He leído el libro "El Jesuita" (entrevista que el rabino de Buenos Aires hace al arzobispo Bergoglio), muchos artículos de prensa y comentarios de teólogos. La tónica general es de esperanza contenida. Hasta ahora bellos gestos. No hay que echar las campanas al vuelo.
El papa Francisco no pertenece a los teólogos de la Liberación (más bien reticente). En la cuestión escabrosa de la dictadura Argentina, se comportó con demasiada prudencia. No tuvo el coraje de otros obispos (muy pocos) que levantaron la voz. Él se mantuvo discreto, al margen: hizo lo que pudo, cuando se lo pidieron, sin molestar a los dictadores, no fuera que se enfadasen y la represión fuese todavía peor (esa fue la actitud general del episcopado argentino). Excusas. Semejante actitud fue la de Pío XII con Hitler. A mi parecer, Bergoglio, entre un cruel dictador "católico" y el comunismo, prefirió a aquél. La misma actitud de Juan Pablo II.
Leyendo el libro, me da la impresión de que, a posteriori, reconoce que su comportamiento no fue el correcto; pudo hacer mucho más. Rectificar es de sabios. Claro que nadie puede juzgar a nadie ni exigir el heroísmo al prójimo. Es fácil ver los toros desde la barrera. Pongámonos en su piel y en aquellas terribles circunstancias...
Bueno, otra cuestión es qué hará ahora que es papa; o qué le dejará hacer la Curia Vaticana (esos cardenales, príncipes mundanos, más cercanos al Príncipe de Maquiavelo que al Evangelio). ¿Conseguirá su sueño evangélico de que ésta sea la Iglesia de los pobres y para los pobres? ¿Le harán la vida imposible como al papa Luciani que apenas resitió 33 días? ¿Se desanimará como Benedicto XVI y renunciará?
Jesús siempre tomó partido por los pobres de este mundo (pobres de cuerpo y alma, simplemente, sin adjetivos "espiritualizantes") no porque tuviesen razón sino porque eran pobres.
Ojalá el Papa Francisco con hechos y obras contundentes se convierta en un referente ético para todos los que gobiernan el mundo. Amén.
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