viernes, 20 de julio de 2012

La invención del Dios cristiano
La invención del Dios cristiano
Hoy escribe Antonio Piñero


Me resulta sorprendente y agradable que un filósofo y publicista, Paolo Flores d’Arcais, investigador en la Facultad de Filosofía de la Universidad de Roma, La Sapienza, haya podido compendiar en breves páginas una buena síntesis de las cuestiones fundamentales que giran en torno a los problemas de la reconstrucción del Jesús histórico y de los orígenes del cristianismo, es decir, de la multiplicidad de interpretaciones de Jesús en los inicios mismos del movimiento. El libro que lleva el título de esta postal ha sido publicado por Editorial Trotta, Madrid, 2012, 92 pp. ISBN: 978-84-9879-314-7.

El libro comienza con unas “Instrucciones de uso”, en donde indica sus fuentes, todas ellas contemporáneas, para la comprensión del Jesús histórico y de los orígenes del cristianismo. Estos son Geza Vermes, Ed Parish Sanders, Paula Fredriksen, Bart D. Ehrman, John Dominic Crossan, Bruce M. Metzger, Gerd Theissen, Petr Pokorny, Étienne Trocmé, François Vouga.

Aunque el autor es culturalmente católico, sólo cita a J.P. Meier para apuntalar las tesis que sostiene el libro. Del mismo modo y solo como confirmación por parte de la exégesis católica cita, con cierta abundancia, a Giuseppe Barbaglio, Hans Küng, y al cardenal Jean Daniélou. El interés primordial del autor es dejar bien a las claras que la exégesis católica acompaña a la protestante en muchos casos y que el público estrictamente católico no debe escandalizarse porque incluso las tesis más osadas se encuentren –al menos incoadamente- en los autores católicos.

Debo manifestar también que el autor desconoce totalmente la bibliografía española pero que, en honor a la verdad, no hay una sola idea de su libro que no haya sido expuesta, aclarada y vindicada en obras de Gonzalo Puente Ojea, José Montserrat, Fernando Bermejo y yo mismo.

El libro consta de breves capítulos en los que se defienden una o dos tesis. El primero “¿Quién era Jesús?” sostiene que el Nazareno era un profeta judío itinerante, exorcista, sanador y misionero apocalíptico que anunciaba la inminente llegada del reino de Dios. Este Jesús se diferencia absolutamente del Cristo dogmatizado de las iglesias cristianas. Tiene muy poco que ver. Para ejemplificar la tesis presenta en este capítulo y el siguiente (“Segunda mentira de Ratzinger”) dos puntos de vista radicalmente equivocados expuestos en el libro del Papa actual “Jesús de Nazaret. Vol. I, Desde el bautismo a la transfiguración”; vol. II, “Jesús de Nazaret, desde la entrada en Jerusalén hasta la resurrección”, Madrid, 2007, La esfera de los libros y Madrid 2011, Editorial Encuentro.

Según el autor, el primer error de Ratzinger (en la pág. 15 afirma también P. Flores que el Papa “exhibe un aquelarre de auténticas falsedades”) es el siguiente: “Hubo concordia desde el principio entre los apóstoles acerca de que los sacrificios del templo, el centro cultual de la Toráh habían sido superados. Flores sostiene, por el contrario, que el Nuevo Testamento ofrece afirmaciones absolutamente opuestas a las de Benedicto XVI. Para ello cita Hch 24,17; Hch 21, 20-26 y Mt 5,23, que comenta brevemente.

La “Segunda mentira de Ratzinger” es que “Jesús anunció el final de los tiempos para un futuro indefinido y que el espacio de la espera legitima y hace necesaria la fundación de la iglesia”. “El anuncio de un tiempo de los gentiles forma parte del núcleo del mensaje escatológico de Jesús, un tiempo durante el cual se debe llevar el evangelio a todo el mundo y a todos los hombres: solo después puede alcanzar su meta la historia”. Paolo Flores sostiene por el contrario que el apóstol Pablo desmiente y contradice a Ratzinger de un modo absoluto. Para demostrarlo aduce los siguientes textos: 1 Tes, 4,15; 1 Cor 1,7; 10,11; Rom 13,11 igualmente aporta textos de la enseñanza de Jesús: Mc 13,30; Mt 24,34 e incluso un texto del evangelio de Juan (añado la cita que el autor omite, como ocurre en ocasiones, 21,22).

El capítulo dedicado a la “Resurrección” sostiene que no puede stratarse un hecho histórico, porque: a) las apariciones a los apóstoles son puramente místicas e imaginarias, no reales y b) porque el caos de los relatos sobre la resurrección, que aparece en los evangelios, se diferencian “en muchos detalles en casi todos los niveles hasta tal punto que conciliarlos en una narración coherente es prácticamente imposible”. Critica de nuevo a Ratzinger quien no pudiendo esconder este hecho sostiene que “La dialéctica que forma parte de la esencia del resucitado es presentada en los relatos realmente con poca habilidad”; “De esta poca habilidad emerge la veracidad” de modo que “la resurrección es un acontecimiento histórico”. Paolo Flores exclama: ¡Los relatos sobre la resurrección son verdaderos porque son inverosímiles!... La fe admite decirlo todo… pero la investigación histórica no” (página 30) .

El capítulo sobre “Pentecostés” defiende que este suceso no es más que una retroproyección de Lucas, el cual confunde la profecía con la glosolalia y describe un evento que jamás sucedió. Para ello se inspira Lucas indirectamente en Pablo y en sus descripciones sobre las reuniones comunitarias de los primeros cristianos que manifiestan que estaban llenas de fenómenos místicos, proféticos y glosolálicos. Comenta Flores: “Las realistas y vivaces descripciones de Pablo permiten participar en el clima de muchos encuentros (entre cristianos) que después son unificados en los Hechos de los apóstoles en el único y simbólico acontecimiento de Pentecostés” (pág. 35).

El siguiente apartado “La tumba vacía” sostiene que en el proceso de exaltación (= divinización) de Jesús tanto “la tumba vacía como la sepultura no pertenecen a la primera fe en el Resucitado sino a las discusiones en las sinagogas entre judíos que creían en Jesús como mesías y judíos que lo negaban”. Argumenta, por tanto, que todas ellas son disputas muy posteriores a la muerte de Jesús, algunas ocurridas después del 70 d.C. Señala también que del Evangelio apócrifo de Pedro se pueden deducir algunas ideas interesantes, porque desarrolla tradiciones orales, sean o no fantasiosas, independientes de Marcos, Mateo y Lucas, pero muy antiguas. De nuevo se apunta hacia la rica variedad del cristianismo primitivo.


Mañana concluyo este resumen de la obrita de Paolo Flores d’Arcais

Saludos cordiales de Antonio Piñero
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com

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