lunes, 9 de julio de 2012


EL RELATIVISMO ES BELLO

Javier Gomá Lanzón
(El País, Babelia, 7 julio 2012)

 Cuando este papa y todos los obispos del mundo condenan el relativismo, apostrofándolo como la dictadura del relativismo. Javier Gomá, en este artículo, rompe una lanza, compone un bello canto en su favor.

He aquí algunas de sus frases.

 * El profeta genuino no se caracteriza por pronosticar el futuro, como de ordinario se cree, sino por la denuncia de los abusos y las corruptelas de los poderosos. El poder ambiciona siempre obtener obediencia y, como tiende a expandirse y ocupar todo espacio disponible, su pretensión última es hacerse poder absoluto y conseguir una sumisión también absoluta. El mayor refinamiento del poder, su auténtica obra maestra, se consuma cuando logra suscitar en sus súbditos no ya obediencia, sino sincero amor, el edificante espectáculo de los siervos enamorados de sus cadenas y mirando con arrobo a sus carceleros.

 * Por consiguiente, nada más oportuno que el retorno de un cierto don de profecía a este Occidente rutinizado. No invoco a un profeta que nos augure un porvenir terrorífico —de esos tenemos en abundancia y la mayoría trabaja en los medios de comunicación—, sino a uno que clame con potente voz contra la idolatría que nos imponen los poderosos de este mundo para sojuzgarnos y nos recuerde que no es Dios aquello a lo que adoramos y rendimos culto: las mercancías, los Estados, incluso la cultura.

 * Voz profética será hoy aquella que desacralice el espacio público, desdivinice los principios que lo constituyen, devuelva sus verdades a una deliberación racional y, en todo lo atañedero a la vida colectiva, propicie un sano relativismo. Porque el relativismo es bello, me atrevería a decir emulando el célebre eslogan de un modisto español.

 * A los integrismos —partidarios de las verdades últimas y necesarias— subyace siempre alguna forma de elitismo autoritario. Las democracias, en cambio, se edifican sobre el suelo firme de las verdades penúltimas y contingentes, y su éxito consiste en equilibrar el carácter incondicional de la dignidad de los individuos con la pluralidad de sus intereses, los cuales, al ser muchos y diversos, mutuamente se relativizan. Suele argüirse que el relativismo conduce a un nihilismo del todo vale, pero esto no es cierto.

 * Que todo lo humano sea histórico y provisional no implica que la moralidad se diluya en una multiplicidad infinita de posibilidades de igual valor y mérito. Al contrario, es el relativismo precisamente el que permite comparar a posteriori entre esas diferentes opciones en pugna y, a la vista de tal confrontación, acordar entre todos qué es lo bueno, lo noble y lo justo para nosotros.

 * Solo si concedemos a las ideas un peso relativo nos está permitido discutir sobre ellas, juzgarlas, revisarlas y, en su caso, rechazarlas, de manera que el relativismo es la condición de posibilidad de una conciencia crítica, prerrequisito a su vez de la deseable emancipación ciudadana.

 Necesitamos, pues, un profeta que nos recuerde a cada instante algo tan sencillo como que lo humano es humano y no divino.

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