miércoles, 6 de marzo de 2013


Roma ya no es eterna y el Vaticano parece que tampoco


Jesús Bastante (Religión Digital), enviado especial al Vaticano- 05 de marzo de 2013

(extractos de su artículo)

La insólita situación por la que atraviesa la Santa Sede tras la renuncia de Benedicto XVI, lejos de remover las entrañas de la institución, parece abocarla al marasmo más absoluto…


La Curia ha conseguido, prácticamente de inmediato y, si es preciso, utilizando a los carabinieri, frenar en seco las apariciones públicas de los cardenales, a excepción de las de los norteamericanos, que siempre han sido muy suyos…

Y es que la relevancia que la sociedad mediática está dando al relevo de Benedicto XVI… no casa con la sensación de pasotismo que se vislumbra alrededor del Vaticano. Dicen, y con razón, que los romanos no son muy católicos, pero sí son muy del Papa... y en esta ocasión el axioma parece que no termina de funcionar.

Se escucha muy poco ruido en torno a la plaza de San Pedro. La liturgia de un Papa muerto, en especial de "aquel" Papa muerto -agonizante durante meses después de casi tres décadas en el poder- y aupado "subito" a los altares por el pueblo, resulta infinitamente más poderosa que la del anciano dimisionario encerrado tras los muros de Castel Gandolfo.

No hay masas de gente esperando saber cuándo se inicia el cónclave… A lo sumo, los corrillos están más interesados en las "quinielas", y en si uno u otro candidato estará o no inmerso en alguna lucha de poder secreta -¿por qué la decisión de no presentar el informe del Vatileaks a los cardenales?- o, peor aún, en los terribles escándalos de encubrimiento de abusos sexuales a menores que han sangrado la credibilidad de la institución hasta límites insospechados…

Y entre tanto, en las congregaciones, los purpurados no sueltan prenda… la dupla Sodano-Bertone (enemigos íntimos y responsables de devenir del inmediato futuro de la sede de Pedro), ha conseguido que, al menos esta vez, vuelva a funcionar el muro de silencio.

Y es que Roma… está triste, y a un paso de dejar de ser eterna. Hace falta un cambio de rumbo. En las formas. Y en el fondo.

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