miércoles, 6 de marzo de 2013


La corrupción vaticana


Jaime Richart (especial para ARGENPRESS.info)


Erasmo de Rotterdam publica en 1511 el ensayo "Stultitiae Laus", traducido al castellano como "Elogio de la locura". El autor había regresado recientemente de Roma profundamente decepcionado y se había lamentado de la evolución que veía en la Curia Romana…

Lo que nos permite constatar el "Elogio de la locura" es que la corrupción de la Curia no es de hoy: nació corrupta y nunca ha dejado de ser corrupta… Sucede allí lo que en todos los círculos de poder, religioso o civil, constituido o fáctico. Pero es que ni un ápice han cambiado las cosas desde los tiempos de Erasmo… Una cosa es que no trascendiera la corrupción, y otra que no existiese. El poder en sí mismo, es corrupto: por acción o por omisión. Y el poder encapsulado en el Vaticano, humano, no es excepción. La honestidad es cosa de miembros aislados… Nadie de quienes pasan o se hacen pasar por íntegros formando parte del poder, se libra del estigma de la corrupción. Repito, por acción o por omisión. El engaño y el disimulo son los soportes…

Hay una rendija por donde puede entrar alguna brisa que barra la corrupción… la Internet y las redes sociales que han dado un vuelco al marco y sentido de la sociedad tradicional… quienes desde el poder civil o religioso antes practicaban el ocultismo cerrando los canales de la información para hurtar la verdad a su antojo, hoy día están comprobando que eso ya no les es posible. No obstante, abrasados de codicia o de voluntad de poder, los dirigentes vaticanistas, los dirigentes de las naciones por separado y los prestidigitadores de las finanzas y de la economía mundial… aún no se percatan de la enorme fuerza que las masas, sin necesidad de emplear la violencia material, empiezan a cobrar gracias a las modernas tecnologías. Esa fuerza, frente al poder civil, se traduce en la práctica en la protesta sin pausa, en forma de gota malaya, y frente al poder religioso, en la deserción progresiva y masiva de los fieles… hoy las redes sociales les van empequeñeciendo cada día, descubriendo poco a poco el hueso sin carne de su estupidez. Cada vez se hace más visible que su "razón" sólo dependía del boato y de la brutalidad de gendarmes y guardaespaldas. Pero la "razón", ya, es patrimonio de todos y está principalmente del lado de la ciudadanía...

Por todo ello ¿cómo es posible que en estos tiempos no se percaten ni el Vaticano entero ni el papa saliente, de que el lujo y la ostentación de que vienen haciendo gala durante los mil quinientos años que tiene el catolicismo es un insulto a la humanidad doliente, a la humanidad sensible y a la humanidad juiciosa que ya nadie soporta?... Retrocederán su pensamiento, los feligreses y las vocaciones. Hasta tal punto que harán absurda o ridícula la institución. Pues, ¿no es ya una certeza cegadora que para creer en Dios, para dialogar con Él y reconfortarse de Él, sobran los intermediarios, el aparato de la Curia y el papado?... No es que de repente se sepa que la Curia está corrupta, como ha comprobado el Ratzinger intelectual, es que la Curia siempre lo ha sido.

Concluyamos… aunque seguirán intentando engañarnos, cada día es mayor el desprecio tanto hacia los que detentan el poder político y económico, como hacia el religioso de la Curia vaticana. Está a punto de sentarse en su trono "Petrus Romanus", el último papa. Y con él llega el final de los tiempos, según uno de sus santos: San Malaquías. Amén.

 Jaime Richard, antropólogo y jurista

lunes, 4 de marzo de 2013

(Extractos y subrayados míos)

 

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