domingo, 23 de junio de 2013


VIVIR PARA VER

 
Apenas a un mes de la visita del papa Francisco a Brasil, una de las cunas del de la Teología de la Liberación, han sucedido en el Vaticano cosas sorprendentes (¿revolucionarias?).

* Todos recordarán que ese movimiento eclesial de América Latina, conocido como "Teología de la Liberación", encontró eco mundial después del Concilio Vaticano II.

 * Todos recordarán que el cardenal Ratzinger (durante larguísimos años presidente de la nefasta Congregación del Santo Oficio) se convirtió en el cancerbero de la ortodoxia católica y mentor del Papa Wojtyla.

* Todos recordarán que la Teología de la Liberación fue duramente condenada por Juan Pablo II y Benedicto XVI, y los teólogos que la respaldaban, castigados al silencio y al ostracismo.

* Ahora resulta que Gerhard Müller, actual prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe (ex Santo Oficio), nombrado para ese cargo por el mismísimo Benedicto XVI (el papa por antonomasia enemigo de la Teología de la Liberación), la considera "una de las corrientes más significativas de la teología católica del siglo XX"; y da carta de validez a ese modo de entender la Iglesia.

* El "certificado de validez” sobre la Teología de la Liberación no es una declaración que se le escapó accidentalmente al actual custodio de la ortodoxia católica. Véase la antología de ensayos, impresa en Alemania en 2004, y que ahora va a ser publicada en Italia con el título "De la parte de los pobres, Teología de la Liberación, Teología de la Iglesia" (Ediciones Messaggero, Padua, Emi). El volumen lleva las firmas Gerhard Müller, actual responsable del ex Santo Oficio y del teólogo peruano Gustavo Gutiérrez, padre de la Teología de la Liberación e inventor de la misma fórmula usada para definir esa corriente teológica.

 “Vivir para ver”. Que vengan ahora los teólogos aduladores del papado, defensores de la infalibilidad, a ver cómo argumentan y justifican este cambio.

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