jueves, 20 de junio de 2013


La Religión como asignatura optativa

pero con efectos académicos

 

¿No se da cuenta el ministro Wert de que la inmensa mayoría de los encausados por corrupciones varias en nuestro país estudiaron con el sistema que él quiere recomponer? A más religión, más estafas.

(del artículo que Jorge M. Reverte publica hoy (20 junio 2013) en El País)

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 Este breve artículo me recuerda la tan manoseada excusa de los corruptos: “Yo tengo la conciencia tranquila”. Es la cantinela “tan católica” de los políticos corruptos. Lo dicen seguros de sí, sin ruborizarse, tan cínicamente que se extrañan de que sus conciudadanos no den crédito a sus palabras. Poner la mano en el fuego como acudir a la propia conciencia son frases tan obscenas como hueras.

 No cabe duda de que buena parte de estos políticos corruptos habrá estudiado la asignatura de religión católica. Habrán aprendido que la conciencia moral discierne entre el bien y el mal y ordena a la persona a practicar el bien y evitar el mal. Claro que, puestos a aprender, también habrán aprendido todas las argucias y triquiñuelas para moldear (deformar) la propia conciencia, adaptándola a sus propios apetitos y codicias terrenales. ¿Dónde queda el séptimo mandamiento: “no robarás”? Estos corruptos (quizá de comunión diaria y procesión del Corpus; quizá miembros del Opus Dei o de los Legionarios de Cristo…) actúan sin escrúpulos, al igual que el leguleyo que, pervirtiendo el recto orden de las cosas, busca los resquicios de la letra de la ley para violar su espíritu.

Estos  políticos de conciencia pervertida, de manga ancha, siempre tienen a mano el sacramento de la confesión, que, mediante un “ego te absolvo”, les perdona las culpas, les exonera de toda responsabilidad y les deja tan blancos y tranquilos como el día de su primera comunión. ¡Y sin necesidad de devolver lo robado!

 Los ciudadanos no necesitamos conciencias tranquilas sino conciencias rectas, para lo cual es absolutamente imprescindible la sinceridad, la honradez, la honestidad consigo mismo y con los demás. ¿Sinceridad? ¿Honestidad? ¿Honradez? ¿Respeto a la verdad? ¡¿De qué estamos hablando?! En España, país católico desde la más remota antigüedad (como lo definen los obispos para defender sus privilegios), la mentira campa a sus anchas, el lenguaje se tergiversa hasta extremos ridículos, se engaña a los ciudadanos sin el menor rubor… ¿Qué clase de religión católica es ésta? Sin duda, nos han dando (y siguen dando) gato por liebre. Las doctrinas de Maquiavelo (y no las del Evangelio) se han instalado en todas las instituciones, incluso en las eclesiásticas…

 ¿Dónde está la España Católica, reserva espiritual de Occidente? ¿Dónde están Rouco y los suyos, otrora tan combativos? ¡¡Callan!!  No quieren incomodar a los suyos. Nuestros obispos siempre han sido gente de orden (del orden de los ricos y poderosos). Evitan mirar a los pobres. Huyen de las algaradas y del “desorden” de los ciudadanos que claman, llenos de impotencia y de rabia, contra la injusticia y el menosprecio de los (¿católicos?) que los oprimen. Nuestros obispos no quieren que se les recuerde el aforismo que acuñaron sus propios teólogos moralistas : “Quien calla, otorga”.

¡Ay, cómo está el solar patrio, que diría aquél!

 

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