domingo, 11 de agosto de 2013

José Ignacio González Faus, jesuita


Carta al Presidente del Gobierno


Un célebre político del siglo XIX acuñó la frase del “homenaje del vicio a la virtud”, que me atrevo a tomar como hilo conductor de las cuatro cosas que quisiera comentar.

1.- En primer lugar no contestó Ud. ni una sola de las 20 preguntas bien concretas y precisas que le puso Rosa DíezUd. las ignoró olímpicamente en un acto de desprecio al parlamento, representante del pueblo. Porque el parlamento no es sólo su grupo, ni aunque tenga mayoría absoluta. El parlamento y la representación popular son todos y cada uno de los parlamentarios... Apelar retóricamente a la representación popular para luego no hacerle ningún caso, no pasa de ser un “homenaje del vicio a la virtud”

2.- En segundo lugar, cuando Rubalcaba sacó a colación los SMS que Ud. envió a Bárcenas, los justificó con preciosas normas éticas de trato a los subordinados, que comparto plenamente. Pero ignoró el detalle de que algunos de esos SMS eran ya posteriores a la evidencia de que Bárcenas ha sido un delincuente, y Ud. ya sabía eso cuando se los envió. Otro homenaje del vicio a la virtud.

3.- En tercer lugar se limitó Vd. a proclamar que había cometido un error… si ese error lo hubiese cometido la Sra. Merkel en Alemania o Cameron en Inglaterra… a estas horas ya habrían dimitido… Pero Ud dejó bien claro: “no pienso dimitir”. Otro homenaje del vicio a la virtud.

4.- Además recurrió al juego sucio de responder a Rubalcaba con el “usted más”… Pero olvidó que en ese momento era Ud. (no Rubalcaba) el que estaba dando cuentas, y que así lo había proclamado, como ejercicio de democracia, cuando anunció su ida al Parlamento (supuestamente voluntaria y libre; pero este punto vamos a dejarlo…). Total: otro homenaje del vicio a la virtud.

Por estas cuatro razones, yo no puedo menos que poner un suspenso muy bajo a su comparecencia del día 1… Ud. es el mejor orador y el mejor declamador de todos los hablantes. Pero aquello no era un examen de retórica sino de gestión política. Y es ahí donde creo que merece el suspenso... Me temo mucho que, si Ud. tuviera que responderme no haría caso de ninguno de estos argumentos, y se largaría un discurso perfecto de ética política. Pero me pregunto si eso no sería un nuevo homenaje del vicio a la virtud

 

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