Acabo de leer el artículo “El
pensamiento del Sur en Nietzsche”, escrito por el catedrático Joan B.
Llinares, de la Universidad de Valencia. Interesantísimo, como todo lo de este
autor, y de máxima actualidad. Su lectura me ha impulsado a hacerme unas cuantas
reflexiones que quiero compartir con los amigos que me siguen en mi blog.
Para los ingleses y para los
países del Norte (quizá sobre todo para Alemania: Deutschland,
Deutschland über alles in der Welt" que significa en español
"Alemania, Alemania por encima de todo en el mundo"), los del Sur
somos un hatajo de holgazanes
(Aunque los españoles, por ejemplo, trabajemos más horas y no se pueda afirmar
alegremente que produzcamos menos); derrochadores
(sin cuestionar la ligereza e irresponsabilidad embaucadora con que los bancos
del Norte concedieron los préstamos); corruptos…
¿Son los banqueros germanos menos responsables que los del Sur?). ¿Corrupción en el Sur o codicia en el
Norte? Dejemos estos
considerandos y otros muchos que cabría exponer, y volvamos a Nietzsche.
Para Nietzsche el SUR tiene
una significación que excede el simple concepto geográfico. No sólo incluye su
geografía y su clima, sino también su cultura, su música, etc. Los europeos
meridionales son definidos como los países católicos, en contraposición de los
del NORTE, que son los países protestantes.
Los del NORTE se autoentienden,
separándose de las razas latinas. La antítesis entre el Norte y el Sur de
Europa la determina, pues, no solo su situación geográfica (como decíamos) sino
el contraste permanente de otras muchas variables: Verbi gratia: *dispar opción
religiosa (catolicismo frente a protestantismo); *diversa ascendencia racial o
biológica; *diferentes sensibilidades o talantes que generan dos formas de vida
que llegan a resultar antitéticas y repelentes; y, aunque cueste creerlo, a
veces muy atractivas.
En resumen, la distinción Norte-Sur no hace referencia a algún fenómeno
natural, sino que es el resultado de una idea global, fraguada a lo largo de la
historia; es una creación humana que conjuga muchos intereses y poderes.
Thilo Sarracin, economista y político alemán, dice que cuanto más nubloso es un país
y más fríos y húmedos son sus inviernos, es más posible que sus finanzas y
políticas sean previsoras… Pero, digo yo, no sólo de finanzas vive el hombre.
¿Ha muerto el humanismo o queremos que desaparezca de este mundo? Pobres de
nosotros, si ese es el rumbo que siguen los del NORTE.
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