El martes (23 julio 2013)
comienzan en Río de Janeiro la XXVIII
Jornada Mundial de la Juventud.
¿Viajará el papa Francisco con el
boato de un jefe de estado como acostumbraron sus antecesores? ¿Llenará su
avión de cardenales de Curia, más apegados al poder, al lujo y la vida regalada
y principesca que al Evangelio, esa “antigualla” que el papa Bergoglio parece empeñado en rescatar
del olvido? A Wojtyla y Ratzinger nunca les hizo ni pizca de gracia eso de la Iglesia pobre y para los pobres. (menos
aún eso otro: pastores con olor a oveja).
Todo eso sonaba a teología revolucionaria, a Teología de la Liberación. Ellos preferían
una Iglesia burguesa, de “conciencias tranquilas”, como las suyas propias. Una
Iglesia de orden, para los burgueses y poderosos de este mundo, donde incluso
cupiesen dictadores con las manos ensangrentadas… Ratzinger nunca ha conocido a
un pobre de carne y hueso (todo lo más, un pobre literario sacado de los textos
de la Biblia); jamás se hubiese sentido a gusto en la Iglesia que sueña el papa Francisco. Ya veremos si el sector
duro de la Curia, que lucha con dientes y uñas por mantener su status y ese
modelo de Iglesia, se sale con la suya. Hasta el momento el papa Francisco ha sorteado las
envenenadas trampas que le tienden (según nos cuentan periodistas
especializados).
No obstante lo dicho, tampoco entiendo
el interés de Bergoglio por hacer
suyos los documentos que dejó pendientes Ratzinger
(la encíclica lumen fidei y ahora
el mensaje que para estas Jornadas de
la Juventud escribió Benedicto XVI, poco antes de su renuncia). No sé si se
trata de una ambigüedad calculada del papa
Francisco (al igual que su actitud antes las canonizaciones). Quizá la
presencia de Ratzinger en el
mismísimo Vaticano no fue tan inocua como se nos hizo creer. ¿No había
declarado Benedicto XVI que se apartaba
del mundanal ruido, que se retiraba a rezar, que permanecería callado…? Pues
parece que continúa siendo el papa en la sombra, una pesada losa para Bergoglio. Los caminos del Señor son
inescrutables y los del Vaticano un misterio.
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