domingo, 21 de julio de 2013

El papa en Río de Janeiro

¿NOS SORPRENDERÁ EL PAPA FRANCISCO?
 
El martes (23 julio 2013) comienzan en Río de Janeiro la XXVIII Jornada Mundial de la Juventud. ¿Viajará el papa Francisco con el boato de un jefe de estado como acostumbraron sus antecesores? ¿Llenará su avión de cardenales de Curia, más apegados al poder, al lujo y la vida regalada y principesca que al Evangelio, esa “antigualla” que el papa Bergoglio parece empeñado en rescatar del olvido? A Wojtyla y Ratzinger nunca les hizo ni pizca de gracia eso de la Iglesia pobre y para los pobres. (menos aún eso otro: pastores con olor a oveja). Todo eso sonaba a teología revolucionaria, a Teología de la Liberación. Ellos preferían una Iglesia burguesa, de “conciencias tranquilas”, como las suyas propias. Una Iglesia de orden, para los burgueses y poderosos de este mundo, donde incluso cupiesen dictadores con las manos ensangrentadas… Ratzinger nunca ha conocido a un pobre de carne y hueso (todo lo más, un pobre literario sacado de los textos de la Biblia); jamás se hubiese sentido a gusto en la Iglesia que sueña el papa Francisco. Ya veremos si el sector duro de la Curia, que lucha con dientes y uñas por mantener su status y ese modelo de Iglesia, se sale con la suya. Hasta el momento el papa Francisco ha sorteado las envenenadas trampas que le tienden (según nos cuentan periodistas especializados).

No obstante lo dicho, tampoco entiendo el interés de Bergoglio por hacer suyos los documentos que dejó pendientes Ratzinger (la encíclica lumen fidei y ahora el mensaje que para estas Jornadas de la Juventud escribió Benedicto XVI, poco antes de su renuncia). No sé si se trata de una ambigüedad calculada del papa Francisco (al igual que su actitud antes las canonizaciones). Quizá la presencia de Ratzinger en el mismísimo Vaticano no fue tan inocua como se nos hizo creer. ¿No había declarado Benedicto XVI que se apartaba del mundanal ruido, que se retiraba a rezar, que permanecería callado…? Pues parece que continúa siendo el papa en la sombra, una pesada losa para Bergoglio. Los caminos del Señor son inescrutables y los del Vaticano un misterio.

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