miércoles, 31 de julio de 2013

A propósito del papa Francisco


De la cultura de la muerte y de la dictadura del relativismo a la cultura del encuentro, de la libertad y del diálogo.

 

Todo lo que hemos oído y visto hasta aquí del papa Francisco ¿es un simple “cambio de ciclo” en la Iglesia? Para monseñor Reig (el de las declaraciones más desafortunadas y furibundas contra la homosexualidad), este pontificado no significa un cambio de rumbo, una vuelta al Evangelio, sino que se trataría simple y llanamente de un fenómeno pasajero que, transcurrido un cierto tiempo (¡cuánto más corto mejor!), daría paso a la Iglesia de siempre (dogmática, tridentina, inquisitorial, antimoderna, etc.). Es decir: “Que todo cambie para que todo siga igual”.

Después de tanto tiempo de muerto y enterrado el Concilio Vaticano II, el papa Francisco (¿papa de transición?) parece que quiere resucitarlo. Los obispos de todo el orbe católico han quedado públicamente reconvenidos en Río de Janeiro: Los Obispos han de ser Pastores, cercanos a la gente, padres y hermanos, con mucha mansedumbre; pacientes y misericordiosos. Hombres que amen la pobreza, sea la pobreza interior como libertad ante el Señor, sea la pobreza exterior como simplicidad y austeridad de vida. Hombres que no tengan "psicología de príncipes". ¡Que tengan olor a oveja!

¿Se puede hablar más claro? El papa Francisco sabe que no basta con predicar sino que hay que dar trigo. Y eso es lo que parece que está haciendo con su ejemplo. ¡Qué diferencia con nuestros obispos, que, creyéndose en posesión de la verdad, leen la cartilla a todos sus fieles y no toleran que nadie les rechiste!

¿Qué pensará monseñor Reig y otros obispos como él (pongamos por caso Rouco Varela, Martínez Camino y todos sus congéneres) de esa “Iglesia pobre y para los pobres” que con tanto coraje evangélico está impulsando el papa? ¿Le apoyarán decididamente? ¿Abandonarán sus palacios y su psicología de príncipes y se pondrán a servir al Pueblo de Dios? ¿Se situarán detrás de los fieles (que tienen el olfato de la calle) y los escucharán con humildad, aceptando que los files son gente madura, con criterio, que les pueden dar sopas con honda? ¿Qué pensará la Conferencia Episcopal sobre la laicidad del Estado, después de la lata que dio con el presidente Zapatero? Etc. etc.

He leído en cartas al Director de El País (31 julio 2013), una de Antonio Roque que, en su brevedad, resume muy bien lo que acabo de decir.

“¡Por fin! Por fin aparece una persona con dos dedos de frente en la cúpula de la Iglesia católica: el papa Francisco. A ver si a Rouco Varela, al obispo de Alcalá de Henares, a Martínez Camino, por nombrar a algunos, les hace saltar de sus posturas

 

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