viernes, 11 de octubre de 2013

¿Religión? ¡No. Gracias!


LA RENOVACIÓN QUE NECESITAMOS

 Extractos del artículo de José M. Castillo

 La comisión de ocho cardenales, que ha designado el papa Francisco, trabaja intensamente estos días para ofrecer a los cristianos un proyecto de renovación de la Iglesia. No sabemos lo que, en concreto, están preparando y, por tanto, lo que nos van a ofrecer…

Por supuesto, todo esto es conveniente, es importante, es sobre todo necesario. Pero, resolviendo los problemas administrativos, que se refieren a la gestión y al gobierno de la Iglesia, ¿con eso, nada más, esta Iglesia que tenemos va a responder a las cuestiones de fondo que hoy se plantean tantas personas de buena voluntad, que le buscan un sentido a sus vidas y una solución a este mundo tan desquiciado?

… el problema capital, que aquí encontramos, está en que el centro de la vida de la Iglesia no es el Evangelio, sino la Religión, con sus “dogmas”, sus “leyes” y sus “ritos”. Esto supuesto, el problema no se resuelve manteniendo los “dogmas”, reforzando las “leyes”, y haciendo que los “ritos” resulten más solemnes o más fáciles... Todo esto no servirá sino para que la Religión cobre fuerza y la gente sea más “religiosa”… seremos más “religiosos” pero menos “evangélicos”.

 Si algo hay claro en los evangelios, es que Jesús se puso de parte de los enfermos, de los pobres y de los marginados enfrentándose a muerte con la Religión… En la Iglesia tenemos miedo a afrontar esta toma de postura que asumió Jesús… Tenemos miedo a quedarnos sin religión… Tenemos miedo, sobre todo, a tomar en serio las palabras tremendas que, un día, Dietrich Bonhoeffer escribió desde la cárcel del Tegel, poco antes de ser asesinado por los nazis: “Dios nos hace saber que hemos de vivir como hombres que logran vivir sin Dios. ¡El Dios que está con nosotros es el Dios que nos abandona (Mc 15, 34)! Dios, clavado en la cruz, permite que lo echen del mundo. Dios es impotente y débil en el mundo, y precisamente sólo así está Dios con nosotros y nos ayuda… Cristo no nos ayuda por su omnipotencia, sino por su debilidad y por sus sufrimientos”.  

Lo que nos da miedo es quedarnos… sin dogmas, ni leyes, ni ritos a que agarrarnos, sino únicamente con nuestra identificación con el inmenso sufrimiento de los demás, el inmenso sufrimiento de este mundo en el que tanto se sufre.   

 

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