LA RENOVACIÓN QUE NECESITAMOS
Por supuesto, todo esto es conveniente, es importante, es sobre todo
necesario. Pero, resolviendo los problemas administrativos, que se refieren a
la gestión y al gobierno de la Iglesia, ¿con eso, nada más, esta Iglesia que
tenemos va a responder a las cuestiones de fondo que hoy se plantean tantas
personas de buena voluntad, que le buscan un sentido a sus vidas y una solución
a este mundo tan desquiciado?
… el problema capital, que aquí encontramos, está en que el centro de la vida de la Iglesia no es el
Evangelio, sino la Religión, con sus “dogmas”, sus “leyes” y sus “ritos”.
Esto supuesto, el problema no se resuelve manteniendo los “dogmas”, reforzando
las “leyes”, y haciendo que los “ritos” resulten más solemnes o más fáciles...
Todo esto no servirá sino para que la Religión cobre fuerza y la gente sea más
“religiosa”… seremos más “religiosos” pero menos “evangélicos”.
Si algo hay claro en los
evangelios, es que Jesús se puso de
parte de los enfermos, de los pobres y de los marginados enfrentándose a muerte con la Religión… En la Iglesia tenemos miedo
a afrontar esta toma de postura que asumió Jesús…
Tenemos miedo a quedarnos sin religión… Tenemos miedo, sobre todo, a tomar en
serio las palabras tremendas que, un día, Dietrich
Bonhoeffer escribió desde la cárcel del Tegel, poco antes de ser asesinado
por los nazis: “Dios nos hace saber que
hemos de vivir como hombres que logran vivir sin Dios. ¡El Dios que está con
nosotros es el Dios que nos abandona (Mc 15, 34)! Dios, clavado en la cruz,
permite que lo echen del mundo. Dios es impotente y débil en el mundo, y
precisamente sólo así está Dios con nosotros y nos ayuda… Cristo no nos ayuda
por su omnipotencia, sino por su debilidad y por sus sufrimientos”.
Lo que nos da miedo es quedarnos… sin dogmas, ni leyes, ni ritos a que
agarrarnos, sino únicamente con nuestra identificación con el inmenso
sufrimiento de los demás, el inmenso sufrimiento de este mundo en el que tanto
se sufre.
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