domingo, 1 de septiembre de 2013

LA CULTURA DE LA MENTIRA


HAN LOGRANDO QUE NOS GUSTE SER ENGAÑADOS. POR ESO SEGUIREMOS VOTANDO A LOS EMBUSTEROS, SEAN DEL COLOR QUE SEAN…


El hecho de engañar (o intentar engañar) a los demás se ha generalizado…   Por eso, en este momento, estamos asistiendo a la esperpéntica y grandiosa ceremonia de la confusión, la solemne liturgia de los embusteros… vivimos tiempos en los que mienten los políticos, los hombres de la economía, de la cultura y de la religión, mienten los profesionales de la información, casi todos los ricos y los pobres, los funcionarios y los que no tienen otra función que echar embustes.... La lista es interminable, lo sabemos de sobra. Y el que tenga las manos limpias, que tire la primera piedra.


Antiguamente, los embusteros eran los tontos. Ahora, por el contrario, dicen que hay una proporción directa entre mentira y talento. A mí me parece eso no es así. Lo que ha ocurrido (y sigue ocurriendo) es que a quienes dicen la verdad siempre, y siempre se niegan a ser cómplices de trampas y embustes, se les ha ido marginando, como a gente peligrosa, problemática y conflictiva. El resultado ha sido que los embusteros son los que están triunfando. En la política, en la banca, en la bolsa, en la empresa, en la Iglesia, en el convento, en las familias..., en todas partes. Y si, de pronto, aparece un hombre sincero y con los pantalones bien puestos (estoy pensando, por ejemplo, en el papa Francisco), se teme hasta por su vida… No soportamos a los hombres y mujeres transparentes, honrados y de los que no se puede esperar mentira alguna.


¿Por qué demonios vemos con toda naturalidad que sean los más embusteros los que ocupan los puestos más altos en la sociedad?... el hecho mismo de que los más embusteros sean los que más triunfan, eso mismo es una incitación constante a mentir… Los políticos… con sus mentiras nos están deseducando a todos… nos están diciendo a todos: ¡Mentid, muchachos, mentid!, que así - ya lo estáis viendo - se llega muy lejos en la vida. Y a base de mentiras, hacemos un país grande, con un futuro asombrosamente glorioso (en su podredumbre).


La economía capitalista (en su variante más fuerte, el capital financiero) se ha organizado de tal manera que solamente puede funcionar a base de grandes mentiras… hay que esperar la ocasión propicia en que los mercados te permiten engañar a alguien. Y entonces, sí. Entonces, los “entendidos” dan el zarpazo y te forras…


Y todavía, una última cuestión. Uno de los fenómenos más característicos de nuestra cultura es “la necesidad de satisfacción inmediata” que nos han inoculado… Por ejemplo, internet, teléfonos y sus mil variantes, publicidad y comercio y, en buena medida, el aterrador negocio de las drogas en todas sus variedades.


Así vivimos en el inmenso mar de la mentira. Hasta el extremo de que ya no podemos vivir sin engañar y sin ser engañados. A lo mejor esto es lo que explica que, no obstante las burdas mentiras que nos endosan cada día, seguimos votando a los que nos engañan. Hemos llegado hasta el límite de lo inimaginable: han logrando que nos guste ser engañados. Por eso seguiremos votando a los embusteros, sean del color que sean.


 (Extracto del artículo de José María Castillo, teólogo)

 


 

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