Verba volant, scripta menent
Han trascurrido 5 años, y el artículo de Millás no ha perdido actualidad. Si hay que ir con mucho tiento con los políticos, con Gallardón hay que extremar el cuidado; así y todo engatusará a más de uno...
La doble vida de
Ruiz-Gallardón
Juan José Millás (2007)
Con este modelo antropológico en la cabeza, los
extraterrestres pusieron manos a la obra intentando concentrar en un solo
individuo toda la compleja y sutil maquinaria del Vaticano. Necesitaban, pues,
que su Caballo de Troya hiciera el bachillerato en los jesuitas (si buscas el
término jesuita en un diccionario de sinónimos aparecen las siguientes
alternativas: hipócrita, falso, doble, sibilino), y que después estudiara Derecho,
que es una carrera de orden, y más tarde hiciera oposiciones a fiscal, ocupación
que garantiza un sueldo hasta la muerte. Todo en un tiempo récord, pues a los
23 años Ruiz-Gallardón había tomado ya posesión de su puesto en la Audiencia Provincial
de Málaga, donde enseguida (¡deprisa, deprisa!) pediría la excedencia para dedicarse
a la política. Su biografía era perfecta desde cualquier cabeza biempensante, extraterrestre
o no. Convenía, para completarla, que el joven político militara en las juventudes
de AP, que fueron la versión Neandertal del PP, al que Aznar
retrotraería luego al Australopiteco.
Tenemos, pues, a un Ruiz-Gallardón joven, guapo,
abogado, fiscal y con profundas raíces familiares en el franquismo (está casado
con la hija de un ex ministro del general asesino), virtudes a las que añade un
catolicismo practicante y un verbo untuoso, cuyo ADN coincide al 100% con el de
los portavoces de la Conferencia Episcopal. Para que el pastel eclesial estuviera completo, sólo faltaba
añadirle algunos ingredientes contradictorios, como el de ser demócrata o el de
estar a favor del aborto, del divorcio y de los matrimonios entre homosexuales.
De este modo, la derecha vergonzante le votaría por parecer de izquierdas, y la
izquierda retraída, por parecer de derechas.
Todo era perfecto. Allá donde el joven fiscal en
excedencia iba, triunfaba simultáneamente como hombre profundamente conservador
a la vez que radicalmente progresista. Si en un discurso convenía citar a
Vallejo o a Azaña, los citaba. Si quedaba bien que le gustara la ópera, le
gustaba la ópera. Si vestía tener una consejera de izquierdas, ponía a una
consejera de izquierdas al frente de Cultura, que no hace daño a nadie. Uno de
los años de sus numerosos mandatos felicitó las pascuas con una cita de Rilke
que decía: "El que ha osado volar como los pájaros, una cosa debe
aprender: a caer".
Todas estas historias daban la imagen de un tipo
culto, sentimental, incluso sensiblero, que ganaba elecciones como el que hace
rosquillas. Pero junto a este Ruiz-Gallardón que enamoraba a madres e hijas
marcianas por igual, aparecía otro terrible: aquel, por ejemplo, que en la
noche electoral del 6 de junio de 1993, una vez confirmada la cuarta victoria
consecutiva del PSOE en las elecciones generales, se manifestó en rueda de prensa,
junto a Javier Arenas Bocanegra, para denunciar, en una maniobra brutalmente desestabilizadora
un pucherazo electoral. Se cuenta que el propio Rey tuvo que llamar a José
María Aznar para que pusiera orden en el seno de sus filas. Quienes tenemos razones
históricas para temer a la derecha de la que procede gran parte del PP, no lo olvidaremos
jamás. Pero tampoco conviene dejar de lado a aquel otro Gallardón pelota que,
con tal de agradar a su jefe, confeccionó una carrera política completamente absurda
a Ana Botella, de la que llegaría a decir, para justificar su ignominiosa
acción, que era una rebelde.
Quiere decirse que los extraterrestres se han pasado
de rosca. Tal cúmulo de atributos discordantes puede resultar verosímil en una
institución, no en una persona física, aunque le hayas fabricado un currículo
descomunal. Un día, durante el transcurso de una cena en la que me colocaron
cerca de Gallardón, le escuché decir que había que casarse con el Abc y acostarse con EL PAÍS, lo
que resume a la perfección la idea (basada por otra parte en estudios de toda
solvencia) de que los extraterrestres de derechas tienen de nosotros.
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