El Cardenal Cañizares sobre la reforma del aborto de Gallardón: "¡Qué menos!"
Sobre el matrimonio gay: "No es matrimonio,
es otra cosa, es una unión, pero no es un matrimonio”.
"La Iglesia no son ‘noes', sino ‘síes' al hombre, a la vida, a la
familia, al matrimonio y a la sexualidad"
Religion Digital, 06 de agosto de 2012El cardenal Antonio Cañizares cree que la propuesta del ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, sobre la reforma de la ley del aborto para excluir como causa la malformación del feto es "muy razonable" y piensa que es lo mínimo que se debe hacer."Qué menos", ha recalcado en respuesta a preguntas de los periodistas tras pronunciar una conferencia dentro de uno de los cursos de verano de la Universidad Católica de Valencia, en Santander.
De todas maneras, el cardenal ha señalado que el aborto debe "desaparecer" de la mentalidad de todos, lo mismo que en la actualidad a "nadie se le ocurre decir que tiene que volver la esclavitud".
"Nos avergonzaremos del aborto dentro de
muy poco tiempo. Hay que cambiar la mentalidad y también hay que cambiar la
legislación para cambiar la mentalidad", ha subrayado.
Cañizares ha abogado por fomentar una cultura a
favor de la vida y ha opinado que la propuesta de reforma de la ley del
aborto "genera" esa cultura. Según dice, el hecho de que los
fetos con malformaciones "no sean eliminados" demuestra que "el
hombre cuenta".
A su juicio, la eliminación de una vida humana no
puede depender del tiempo que tiene. "¿Mataríamos a un niño de 8 años
con malformaciones? ¿O a un adulto de 30?", se ha preguntado.
Por otro lado, preguntado por la posibilidad de
que de la Conferencia Episcopal presione al actual Gobierno para suprimir los matrimonios
homosexuales, Cañizares ha resaltado que la Iglesia "nunca ha
utilizado el método de presionar a nadie"
En cualquier caso, ha añadido que "la verdad
del matrimonio es la unión del hombre y la mujer indisoluble y abierta a la
vida", y cree que se debe ir hacia esa concepción. "Lo otro no es
matrimonio, es otra cosa, es una unión, pero no es un matrimonio", ha
apostillado.
Desde su punto de vista, el aborto y la crisis de
la familia demuestran que no cuenta la persona y eso mismo es lo que subyace,
en su opinión, en la crisis económica: que no se tiene en cuenta al ser humano
y el bien común.
Por eso, en su intervención, ha incidido en la
necesidad de "reavivar las raíces cristianas de España",
porque en ellas "está el futuro". Además, ha apostado por combatir la
secularización actual y por evangelizar de nuevo a la sociedad, aunque, ha
matizado, no está abogando con ello por una "confusión" entre Iglesia
y Estado.
También ha llamado a los laicos a ser
corresponsables de esa nueva evangelización y a que apliquen su fe en todas las
facetas de su vida, sin relegarla a lo privado, y llevándola a la vida social y
pública: al trabajo, a la política, a los medios de comunicación o a la
cultura, entre otros ámbitos.
Evangelio aguado
Igualmente, el purpurado ha apuntado que en la
nueva evangelización, hay que huir de un "Evangelio aguado".
"¡Cómo no va a tener aristas un crucificado, alguien que dice
bienaventurados los pobres, quien dice déjalo todo y sígueme...!", ha
exclamado el Cardenal, que ha asegurado que la nueva evangelización "depende
de los fieles cristianos laicos", a los que ha exhortado a participar de
un "apostolado individual, asociado y público".
Más adelante, no ha dudado en señalar la "necesidad
de la presencia de los católicos en la vida pública" y ha advertido
que "muchos cristianos no quieren engrosar la ‘cofradía de los
ausentes'", como ha ironizado para reclamar la presencia de los cristianos
en el ámbito político, social, científico, económico o cultural, entre muchos
otros.
Especialmente, ha hecho hincapié en el mundo de
la cultura, porque "desde hace años el mundo se juega en la cultura,
más que en la economía", ha puntualizado. El Cardenal ha aducido que
en un mundo en el que "Dios no cuenta, la verdad no cuenta, la Naturaleza
no cuenta, un mundo marcado por el relativismo". Al respecto, ha animado a
hacerse presentes en este ámbito.
"LA IGLESIA NO SON NOES, SINO SÍES"
Ha concluido el Prefecto de la Congregación para
el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos insistiendo en que "la
Iglesia no son ‘noes', sino ‘síes' al hombre, a la vida, a la familia, al
matrimonio y a la sexualidad". Precisamente, "todo lo contrario a
cómo se la presenta" en determinados ámbitos. "Jesucristo es el gran
sí de Dios a la humanidad, al que debemos presentar", ha concluido el Cardenal
Cañizares, antes de formular una "reiniciación de la formación de los
cristianos".
El curso sobre pensamiento cristiano ha dado
comienzo con una conferencia a cargo de Rafael Ripoll, Secretario
Autonómico de Cultura y Deporte de la Generalitat Valenciana, que ha
pronunciado la conferencia ‘Qué pide un político del siglo XXI a la Iglesia
Católica'.
En su intervención, Ripoll ha manifestado que
"los tiempos están dando la respuesta: la Iglesia está más que nunca
cerca de la sociedad y es evidente que el núcleo familiar y la acción solidaria de la propia
Iglesia están suponiendo un resorte importantísimo para cientos y miles de
españoles a la hora de hacer frente a esta situación de crisis
socioeconómica".
En este mismo sentido, no ha querido olvidar que
"antes y después de la crisis va a haber siempre la necesidad de ayudar
al más desfavorecido, al discapacitado, al empobrecido, en definitiva
siempre hay esa necesidad de prestar ese auxilio y si hay una primera necesidad
de las administraciones públicas es estar al lado de estas personas".
Asimismo, "la Iglesia es un elemento
fundamental por su experiencia, por su humanismo, y porque
independientemente de las crisis siempre: antes, ahora y después ha estado
ahí", ha añadido. (RD/Efe/Avan)
La Nueva Evangelización de la que hablan Rouco, Cañizares o el mismísimo
Benedicto XVI no tiene nada que ver con el Evangelio de Jesús. Cualquier parecido
con la realidad es puro engaño. Esa “nueva evangelización” (tan cacareada
de un tiempo a esta parte) es un intento de volver a los viejos, ¡y añorados
tiempos!, de la Cristiandad medieval, cuando la Iglesia, apropiándose, ¡por
designación divina!, de todo el poder espiritual y terrenal, se dedicaba a
organizar este mundo. ¡Ay, que la ambición
de poder de la Iglesia Católica (y de las otras iglesias cristianas) no conoce límites!
Aunque Jesús dijo bien claro y alto que su Reino no era de este mundo,
los gerifaltes “cristianos” desconfiaron del mensaje de este ingenuo judío.
Desde Constantino a esta parte (si no, desde el mismo momento de la
muerte de Jesús), comenzaron a construir un Reino en este mundo. Léase la
inefable definición dogmática de Bonifacio VIII sobre las dos espadas. Esa
ansia de poder que rezuma aquella bula papal está tan viva y vigente hoy como
cuando se escribió en el siglo XIII. ¿Quién ha aguado el Evangelio, señor
Cañizares? Si hay que huir de un Evangelio
aguado, ese es precisamente el que ustedes pregonan.
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