domingo, 7 de octubre de 2012

Las políticas de la vergüenza

La situación está peor que nunca, pero se insiste en las mismas y fracasadas acciones
Josep Ramoneda  (El País 7 octubre 2012) Extracto

En los carteles de la campaña electoral gallega, el candidato Feijóo aparece solo… Las siglas del PP se han caído como las hojas de otoño…
Un director de un banco importante decía recientemente que la morosidad no para de crecer, la atonía es absoluta, la fractura en las clases medias se agrava y una parte de ellas parece haber agotado las pocas reservas que les quedaban y el pesimismo paraliza a los que todavía tendrían algunos recursos para gastar… Sin embargo, el Gobierno acelera las transferencias de los recursos de los trabajadores para salvar el sistema financiero, con un aumento de la presión fiscal sin precedentes y con recortes sociales cada vez más insoportables… Conclusión: todo el mundo dice que la situación está peor que nunca, pero se insiste en las mismas y fracasadas políticas.
Una periodista holandesa me preguntaba: “¿Hay alguien al mando en España?”. Hay un Gobierno atado al dogma de la austeridad, sin empatía alguna con lo que está ocurriendo en la calle... Aunque los números están para eso: para ocultar con abstracciones la cruda realidad de la vida cotidiana. No vaya a ser que nuestros gobernantes se hicieran humanos, conocieran la compasión y la empatía. Pronto les declararían no aptos para el servicio.
Sí que hay alguien al mandoPero alguien que se esconde porque no sabe cómo justificar lo que hace y porque es incapaz de dibujar un horizonte que devuelva la ilusión a la ciudadanía…en los últimos días, el Gobierno ha dado señales de querer construir, a costa de la democracia, un sistema de ocultamiento... No es nada nuevo. Desde hace tiempo, este Gobierno lleva a cabo una política sistemática de ocultación que podríamos definir por estos parámetros: negación de la alternativa, satanización del conflicto, ninguneo del Parlamento, discurso del miedo, humillación de los perdedores, desprecio a las voces discrepantes, cultura de casta, minimización de las condiciones básicas de igualdad propias de la democracia. Una clara deriva hacia el autoritarismo posdemocrático.
Las instituciones españolas están en manifiesta crisis: desde la Corona hasta los tribunales, desde el Parlamento hasta el Estado autonómico, desde el Gobierno hasta los partidos. Y en vez de afrontar esta crisis… se juega a esconderse, a retardar las decisiones, a pensar en cómo poner sordina a las voces incómodas. Y, con este panorama, se sorprenden de que el descontento crezca y de que alguna comunidad prefiera embarcarse en proyectos propios, por inciertos que sean.

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