jueves, 20 de septiembre de 2012

¿TUVO JESUS ESPOSA?

Todos los medios de comunicación se han hecho eco del papiro del siglo IV  que afirma que Jesús tuvo esposa. Hace años escribí una novela histórica (todavía inédita) sobre esta misma temática. He aquí la sinopsis:

EL EVANGELIO DE LAS MUJERES  o EL EVANGELIO DE LA ESPOSA DE JEÚS
Las Hulda, discípulas de María Magdalena, fueron feministas “avant la lettre” y sus Memorias son un alegato en favor de las mujeres. Cuentan su lucha y animan a las futuras generaciones a proseguirla.
¿Estuvo Jesús casado? ¿Tuvo descendencia? Nada sabemos. De todos modos, esos hechos hubiesen carecido de importancia; hubiesen sido mera anécdota. El mensaje que él predicó nada tenía que ver con los lazos de carne y sangre.
Según algunos evangelios (espurios para la Iglesia Católica), María Magdalena fue la compañera inseparable de Jesús (¿su esposa, su amante?). Por encima de todo eso, su discípula predilecta a la que abrió su alma y le confió sus secretos; entendió como nadie su mensaje; creyó en su misión revolucionaria y le animó a llevarla a cabo; sostuvo a Jesús en sus momentos bajos y lo acompañó hasta la cruz y más allá de su muerte. En definitiva, María Magdalena fue la apóstol de los apóstoles (papel que luego le arrebataría Pedro) y mereció de parte de Jesús una alabanza que jamás dedicó a ninguno de sus discípulos varones: “Dondequiera que se predique mi Evangelio, que será en todo el mundo, se hará memoria de esta mujer”. Desde entonces Jesús y la Magdalena forman las dos caras de una misma moneda hasta el punto que, sin esa mirada femenina, es imposible comprender la persona de Jesús y la dimensión revolucionara de su Evangelio.
La saga de las Hulda (madre-hija-nieta-bisnieta) se desenvuelve en un período comprendido entre el 130 a 230 d.C., un siglo antes de que Constantino otorgase a la Iglesia el estatus de religión oficial del Estado.
Para comprender la historia de estas mujeres, debemos tener presente algunos datos esenciales:
a) En ese lapso de tiempo se estaba produciendo el salto de las iglesias domésticas (comunidades cristianas que se reunían en casas particulares y eran presididas por el ama de casa) a las iglesias públicas (comunidades que la autoridades romanas reconocían o al menos toleraban).
b) Ahora bien, en las sociedades públicas romanas las mujeres no contaban para nada, por lo que los cristianos (para sobrevivir y a efectos formales) colocaron hombres al frente de sus comunidades.
c) Las tensiones aparecieron cuando los obispos (traicionando el mensaje de Jesús para quien no existía distinción entre hombre y mujer) no sólo aceptaron las estructuras sociales romanas sino que organizaron sus Iglesias según ese modelo, y marginaron a las mujeres.
Nuestra historia comienza hacia el año 130. En Tyro (comunidad cristiana fundada por María Magdalena) se reúne un sínodo de epíscopos. Algunas cristianas luchan para que una mujer ocupe la sede episcopal y volver así al Evangelio de María Magdalena. En el sínodo de Tyro se enfrentan dos concepciones de Iglesia diametralmente opuestas: la de los obispos (Iglesia patriarcal, jerárquica, burocratizada, ávida de poder, que ha marginado a la mujer y ha falsificado el Evangelio hasta convertirlo en una religión con templos y sacerdotes) y la comunidad de iguales que defiende Hulda. Movimiento sin estructura, sin jerarquías ni casta sacerdotal, donde todos sus miembros son iguales e intentan vivir según el Evangelio originario.
Los epíscopos denunciarán a la primera Hulda ante los poderes romanos por subversiva. En efecto, ella cuestionaba, como hiciese Jesús, los 3 pilares en los que se apoyaba el Imperio Romano: la mujer, la esclavitud y el patriarcado. La encarcelarán y morirá en el circo. Las descendientes de Hulda continuarán su lucha. Los obispos (que ven en las mujeres una seria amenaza para sus privilegios) las perseguirán encarnizadamente y tratarán de borrar toda huella del Evangelio de María Magdalena. Mezclada en esa urdimbre religiosa, quedan retazos de la vida personal de cada una de las Hulda, sus amores y penas, sus experiencias sociales y familiares, sus reflexiones, etc.
La novela se abre con el asesinato de uno de los epíscopos que asistía al sínodo de Tyro. Más adelante, Pionio, padre de Hulda, también aparecerá muerto en extrañas circunstancias. En la última parte, se verá arrasada la casa solariega donde vivió María Magdalena y se reunían las mujeres. Al final de la novela descubriremos los móviles y autores de todos estos acontecimientos que salpican la novela.
A través de EL EVANGELIO DE LAS MUJERES (o si se prefiere EL EVANGELIO DE LA ESPOSA DE JESÚS) descubrimos las luchas intestinas de la Iglesia (interesante el contencioso entre la Iglesia de Antioquia y la de Roma), la manipulación a la que los obispos someten los evangelios para reivindicar la supremacía de sus iglesias y justificar sus privilegios. Visitaremos el taller de Leusipo, un copista especializado en falsificar evangelios. Conoceremos a los personajes eminentes del momento: Tertuliano, Montano, Clemente de Alejandría, Hipólito, etc. y sus doctrinas: qué piensan de la muerte de Jesús, de su resurrección y de la salvación que predicó. Veremos cómo los cristianos, que no habían recibido más mandamiento que el del amor (“ama y haz lo que quieras”), adoptaron la ética de los Estoicos y se llegó, ya entonces, al más terrible rigorismo, criminalizando el cuerpo y el sexo. Conoceremos cómo los obispos poco a poco divinizaron a Jesús (manera de echárselo de encima) porque su condición humana les aterrorizaba.
No menos interés tienen otros componentes del libro, como por ejemplo: el viaje que Hulda hace por mar a Alejandría y a Cartago, con todas las vicisitudes que semejante hazaña suponía para una mujer; la vida cotidiana en Alejandría: termas, biblioteca, escuelas; el contacto con los movimientos “feministas” de Cartago; el viaje por tierra a Damasco y Palmira, huyendo de los epíscopos.
EL EVANGELIO DE LAS MUJERES está plagado de referencias a María Magdalena e incluyen cartas suyas en las que habla de sus relaciones íntimas con Jesús, de sus discrepancias con la doctrina de Pablo, de su enfrentamiento con Pedro, de su visión personal de hechos que los evangelistas distorsionaron o callaron.
EL EVANGELIO DE LAS MUJERES, en fin, describe el ambiente y la sociedad en que se desenvuelve el cristianismo naciente y dan a conocer un Evangelio totalmente distinto al que ha transmitido la Iglesia patriarcal y machista que triunfó en el Concilio de Nicea (325), cien años después de nuestra historia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario