Carta al Presidente del
Gobierno
Un
célebre político del siglo XIX acuñó la frase del “homenaje del vicio a la
virtud”, que me
atrevo a tomar como hilo conductor de las cuatro cosas que quisiera comentar.
1.- En
primer lugar no contestó Ud. ni una sola de las 20 preguntas bien concretas y precisas
que le puso Rosa Díez… Ud. las ignoró olímpicamente en un acto de
desprecio al parlamento, representante del pueblo. Porque el parlamento no
es sólo su grupo, ni aunque tenga mayoría absoluta. El parlamento y la
representación popular son todos y cada uno de los parlamentarios... Apelar retóricamente a la
representación popular para luego no hacerle ningún caso, no pasa de ser un
“homenaje del vicio a la virtud”
2.- En
segundo lugar, cuando
Rubalcaba sacó a colación los SMS que Ud. envió a Bárcenas, los
justificó con preciosas normas éticas de trato a los subordinados, que comparto
plenamente. Pero ignoró el detalle de que algunos
de esos SMS eran ya posteriores a la evidencia de que Bárcenas ha sido un
delincuente, y Ud. ya sabía eso cuando se los envió. Otro homenaje del
vicio a la virtud.
3.- En tercer lugar se limitó Vd.
a proclamar que había cometido un error… si ese error lo hubiese
cometido la Sra. Merkel en Alemania
o Cameron en Inglaterra… a estas horas
ya habrían dimitido… Pero Ud dejó bien claro: “no pienso dimitir”. Otro
homenaje del vicio a la virtud.
4.-
Además recurrió al juego
sucio de responder a Rubalcaba con el “usted más”… Pero olvidó que en
ese momento era Ud. (no Rubalcaba)
el que estaba dando cuentas, y que así lo había proclamado, como ejercicio de
democracia, cuando anunció su ida al Parlamento (supuestamente voluntaria y
libre; pero este punto vamos a dejarlo…). Total: otro homenaje del vicio a la
virtud.
Por
estas cuatro razones, yo no puedo menos que poner un suspenso muy bajo a su
comparecencia del día 1…
Ud. es el mejor orador y el mejor declamador de todos los hablantes. Pero
aquello no era un examen de retórica sino de gestión política. Y es ahí donde
creo que merece el suspenso... Me temo mucho que, si Ud.
tuviera que responderme no haría caso de ninguno de estos argumentos, y se
largaría un discurso perfecto de ética política. Pero me pregunto si
eso no sería un nuevo homenaje del vicio a la virtud
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