COMO OVEJA EN MEDIO DE LOBOS
Que el papa Francisco está rodeado de lobos,
nadie lo duda. Basta con echar una ojeada a los periódicos de cualquier signo
que se publican a diario, a las páginas de Internet, etc… Si alguien cree que
el Espíritu Santo tuvo algo que ver en su elección, hay que admirarle y reconocerle
una fe inquebrantable (¿como la del carbonero?). ¿Cómo aceptar que el mismo
Espíritu Santo pueda inspirar unas cosas a unos cardenales y otras tan dispares
y contradictorias a otros? Admitamos, pues, que la elección del papa Francisco fue, simple y
llanamente, cosa de hombres, cosas muy humanas. Posiblemente, demasiado
humanas. En el cónclave se enfrentaron y dilucidaron intereses contrapuestos
(más políticos que evangélicos, más relacionados con el poder de este mundo que
con el Reino de Dios, que no es de este mundo). Tampoco podemos dudar de que
algunos cardenales (¿muchos? ¿pocos?) votaron teniendo presente el mensaje de
Jesús. Sea como fuere, lo bien cierto es que los cardenales de la Curia, al
menos esta vez, salieron del cónclave vencidos, el rabo entre las piernas. ¡Ninguno
de sus candidatos salió papa! Por eso el cardenal Bertone (que tiene más de halcón que de paloma) y tantos
funcionarios del Vaticano (que entre cardenales, arzobispos, obispos, monseñores
de toda índole, minutantes, asesores, tíos, sobrinos, lobbies, y un larguísimo etc.
suman más de 3.000) se sienten amenazados. ¿Se suprimirá mi sinecura, prebenda
o enchufe? ¿Qué hago? ¿Me cambio de fajín o me adhiero a los que ya se están
posicionando para defender sus privilegios con uñas y dientes?
En esta atmósfera enrarecida, se
desarrolla la vida del papa Francisco.
¿Hay que compadecerle? No hace falta. Detrás de su aparente sencillez de
paloma, hay un hombre astuto como la serpiente. El término “astuto” en griego
significa también: prudente, cauteloso. Se aplica a aquellas personas que saben
dónde se encuentran y se lo piensan dos veces antes de actuar o tomar una
decisión. No nos quepa, pues, la menor duda de que el papa Francisco, como buen jesuita, habrá meditado más de una vez el
capítulo 10 de Mateo. Como la serpiente, también él se camufla con su entorno y
espera el momento oportuno para actuar… Como hombre astuto, rehúye los aposentos
papales. ¿Por qué son excesivamente lujosos o porque no se siente seguro?
Demasiados lobos andan sueltos por el Vaticano como para vivir solo y aislado, expuesto
a toda clase de añagazas.
Hasta el momento (que sepamos) las
trampas más importantes que le han tendido para desprestigiarle, para
acobardarlo, son dos:
1) La de monseñor
Battista Rica. El papa
Francisco, fiándose de la inmaculada hoja de servicios que le presentaron, no puso objeciones para nombrarlo «prelado»
del Instituto para las Obras de Religión (IOR), más conocido como el
banco del Vaticano. El cargo para el que se le nombraba era estratégico. Su
objetivo, contribuir en la labor de limpieza de la entidad, desacreditada por
la corrupción interna, el tráfico de influencias y hasta lavado de dinero. Al papa Francisco, sin embargo, le ocultaron maliciosamente la relación homosexual que este monseñor mantuvo con un oficial de la
guardia suiza. ¿Qué perseguían esos curiales del Vaticano con ese
escándalo? No sólo desprestigiar al papa
Francisco sino frenar las reformas del
banco impulsadas por él.
2) La de Francesca
Chaouqui. Forma parte de los ocho asesores en cuestiones financieras
que ha nombrado el papa Francisco. Joven
(apenas 30 años), de una belleza considerable, de profesión publicista, de
verbo afilado y comentarios mordaces sobre las sentinas de la Santa Sede... Sus
tuits han generado una cascada de comentarios. Sus fotografías, aparecidas en
los medios, son propias de un book de modelos, totalmente inusuales para los
cánones misóginos que reinan en el Vaticano. Francesca Chaouqui, sus tuits y sus fotos han
escandalizado a la Curia. Sin embargo, lo que más ha enfurecido a sus
eminencias es que una mujer detente
tanto poder en el Vaticano.
Me pregunto: ¿No es
curioso que ambos casos estén relacionados con el Banco Vaticano, ese becerro
de oro levantado en el corazón mismo de la Iglesia Católica, que tantos
quebraderos de cabeza está dando al papa
Francisco?
Por si estas tribulaciones no
fuesen suficientes, al papa Francisco
le ha llovido otra: ésta procedente del campo amigo. El cardenal Timothy
Dolan, arzobispo de Nueva York y uno de los “papables”estadounidenses, lo
criticaba abiertamente el pasado mes de julio en el National
Catholic Reporter. «Nosotros queríamos a alguien con buenas capacidades de liderazgo, y hasta
ahora esto se ha visto muy poco…». Hasta ahora el papa Francisco no
ha demostrado ser el «manager»
que se esperaba. (Por lo que se deduce, su eminencia Dolan tiene un concepto muy sui
generis de la Iglesia como multinacional del ramo de las almas, cuyo
gerente o directivo principal sería el papa). El cardenal Dolan se refería, en especial, a la sustitución del Secretario de
Estado, Tarcisio Bertone, principal
colaborador de Ratzinger, que recibió muchísimas críticas durante las
Congregaciones generales antes del Cónclave. «Espero que después de la pausa del verano se concrete alguna señal más
en relación con el cambio de la gestión».
Y en ésas, como oveja en medio de lobos, está el papa Francisco. Puede que el infausto final
de Juan Pablo I, el de la sonrisa,
el brevísimo papa de 33 días, le mantenga en vilo. ¿Quién sabe lo que le puede
ocurrir en unos palacios cuyas seculares paredes han presenciado toda clase de
crímenes? Al menos, en la residencia de Santa Marta vive rodeado de gente y
está más seguro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario