EL FUTURO INMEDIATO.
DESDE LA HUMANIDAD E
INHUMANIDAD DEL SIGLO XX
Magnífico
discurso del filósofo y teólogo Agustín Andreu, pronunciado el 25 de abril de
2013 en el Paraninfo de la Universidad de Valencia. Denso y profundo análisis
de los filósofos del siglo XX (sin perder de vista a los filósofos de la Antigüedad,
incluyendo entre ellos a los profetas de la Biblia).
Breve resumen* Esta intervención se podría titular también “la crisis del pensamiento crítico en sus formas idealista y empirista y la búsqueda de una razón favorable a la vida, una razón vital”.
* Fue Dilthey (1833-1912) el primero que
descubrió y describió la profundidad de la crisis de civilización en que nos
encontramos. Mientras un inmenso potencial físico-técnico esté en manos de un
ser humano subdesarrollado como tal, el futuro será catastrófico. Desde una
idea corta del conocimiento propio de sí mismo, el hombre estaría manejando
torpemente su arsenal de instrumentos de cultura y poder. La civilización
llamada occidental dejará de ser viable y descarrilará dramáticamente. A ese
infierno (que no paraíso) nos conducirá la locura de la razón técnica y su
poderío destructor.
* Dilthey,
en plena era positivista y empírica o materialista explicaba el desorden de la
historia, sangriento e irracional como un fallo técnico, no moral. Una cuestión
de torpeza. Por supuesto, el fallo técnico tenía consecuencias morales, más aún
explicaba mejor la inmensa proliferación de inmoralidades en nuestra
civilización, pues que daba facilidades tanto para disculparlas como para
darlas por inevitables. Señalaba la deficiente concepción de lo que es la vida
humana, como fuente y ocasión de los inmensos e inminentes riesgos de la misma.
La habituación y consagración de medidas y leyes que producen inmensas desgracias,
obran incluso como meritorias y técnica y socialmente irreprochables, incluso
con buena conciencia durante largas etapas y aun siglos.
* Aristóteles ya había intuido que un desarrollo de las
potencialidades físico-técnicas de un sujeto racional, junto a una idea
raquítica de la vida humana, daría de sí un mundo catastrófico.
* Sócrates abundó sobre lo mismo: bien está saber
lo que las cosas son y cómo son por dentro, pero que hay que centrarse en el
que las hace, a ver si sabe lo que hace y por qué lo hace. Hay que preguntarse
por lo que pasa en la cabeza del hombre y luego en lo que hacen sus manos.
* Estos
tirones que da el hombre, desde lo físico, matemático y geométrico, desde lo abstracto
de su trabajo y sus logros, hacia lo humano y espiritual son normales en la
historia. Algo le avisa de que no se ha de olvidar del complejo de su
naturaleza propia.
* Dilthey
se sintió dominado por esa intuición empírica, fruto de la observación y de
la lectura de la historia (no deducida metafísicamente ni religiosamente
supuesta). Y se propuso evitar desastres humanos como los vistos y sufridos en
el mismo siglo XIX (las guerras napoleónicas y sus antecedentes y secuelas
económicas y sociales). Sólo mediante la descripción empírica de lo humano
podemos alcanzar el saber de lo que puede dar de sí el hombre que, en virtud de
su misma constitución esencial, se ha de inventar la vida, su propia vida. Y
este no está siendo el camino.
* A
la vista del siglo XX ya avanzado, dirá Ortega que el hombre es un sujeto “irracionalmente
racional”, y se lo repetirá en la cara a los europeos de la elite intelectual.
* No
cabe extrañarse pues de que tres hombres jóvenes de comienzos del XX, Jaspers, Ortega y Heidegger, advirtieran que el
futuro tenía que hacerse cargo del hombre, de la vida humana. Que no había
tarea más urgente pero tampoco más propia de la filosofía que ver qué era eso
de una vida pensada y pensante y qué catástrofes podía originarle al hombre un
pensar deficiente metódica y sistemáticamente.
* Ortega
advirtió desde sus primeras obras: Se nos viene encima, a trancas y barrancas,
una nueva civilización por la fuerza misma del desarrollo tecnológico y
necesitamos otro modo de pensar la vida
y por tanto de vivirla.
* La
filosofía vuelve en Dilthey a sentir y ver el enigma o misterio de la vida. Ninguno ha tenido tiempo para
dedicarse a averiguar ese enigma que, sea lo que sea, es, según Pitágoras,
“difícil de intuir”.
* Hoy,
“envueltos en el rápido progreso de las ciencias, nos encontramos más perplejos
que en cualquier época anterior, ante el gran enigma del origen de las cosas,
del valor de nuestra existencia, del último valor de nuestro hacer”. Y
“precisamente nuestra visión de conjunto sobre la tierra muestra la relatividad
de las respuestas al enigma universal más claramente que lo vio ningún período
anterior”. Y ello puede relacionarse con el salto a otro nivel de conciencia
propio de un nuevo tiempo-eje, es decir acorde con su correlativa visión y
sentir más profundo del valor y misterio de la existencia y la vida, en lo que Jaspers
y
Heidegger coinciden.
* Ortega
y Heidegger,
expresamente, se refieren a Leibniz y su metafísica como al punto en que se
produce el giro de la modernidad cuyos frutos esperan ellos no sin cierto
optimismo sean recogidos en estos tiempos que corren.
* Por primera vez con la inmanentización
y extinción de la trascendencia y de la actitud profunda de creencia se ha
extinguido la transparencia de las cosas. Lo que queda es un entusiasmo
prometeico por la técnica, por aprender manipulaciones que ahora llamamos
ingenierías (ingeniería financiera, ingeniería política…) con una desvergüenza
que confiesa no sólo el indiferentismo de los valores sino la subordinación de
la teoría a fines muy móviles, deprimentes, y no pocas veces y ocultados.
* Jaspers hace
una gran aportación para situar la humanidad del siglo XX: la categoría tiempo-eje.
* El
tiempo-eje en la historia universal de la humanidad, donde ha surgido la fuerza
fecunda más potente de transformación y configuración del ser humano, hay que situarlo
en torno al 500 a .
C., y abarca los dos siglos anteriores y posteriores a esa fecha. Ahí se -sitúa
el origen del hombre que vivimos hasta hoy. En ese “momento” -como dice Dilthey-
coincide y se concentra en China la obra de Confucio y Lao-Tse. Con esa
experiencia de fondo, coincide la experiencia india de Buda y el “modo de
pensar” y ser los Upanishades. Coincide ese tiempo también con la aparición de
los profetas de Israel y su reflexión teológico-filosófica sobre el destino de
Israel y de los demás pueblos del mundo. Se hace presente Zaratustra en Persia.
Y en fin, la filosofía griega: Homero, Parménides y Heráclito, los
presocráticos y Jenófanes y Anaximandro… Platón y Aristóteles.
* Ortega,
con más visible impaciencia que Jaspers, dice desde sus primeros escritos
que la razón no le funciona al hombre porque sus aplicaciones físicas,
químicas, matemáticas, etc. no sirven para aplicadas a la vida humana
individual ni a la vida social y política. El hombre y la sociedad han sido
víctimas de su propia torpeza en el concebir y ejecutar la razón y por ende la
vida humana. Necesitamos otra manera de pensar y de ver que nos dé un fondo de
creencias favorables a la vida concreta de los individuos y los grupos donde la
vida en inmediatez se organiza, toma la forma y figura de un organismo viviente. Y ha intentado fundamentar una razón
vital e histórica.
* Cuanto se piensa para el hombre, se ha de
pensar empíricamente para individuos concretos e históricos. Si se ordena el
mundo como si los individuos fuesen espiritualidades materializadas o
sensibilizadas per accidens se las concibe y obliga a vivir en un mundo falso.
De ahí resulta que la vida en la civilización
occidental es una vida contra
naturam que ha llegado a considerarse como natural. El orden resultante es
este conjunto de ingenierías técnicas trasladadas al plano llamado humano para
funcionar como ingenierías jurídicas, financieras, políticas, pedagógicas… al
servicio de los apetitos insaciables. Nuestro ser natural o vida humana, es
sensible y no perteneciente al mundo de las ideas. Tomado el mundo como una
dictadura de conocimientos abstractos y con una razón abstracta, se vive contra
la vida, la cual siempre es concreta.
* No
se ha meditado bastante sobre el deficiente y aun contradictorio régimen lógico
con que nuestra civilización ha albergado y conducido al hombre. El diagnóstico
orteguiano es de una clarividencia extraordinaria: El hombre no es un ángel
caído ni una idea embarrada ni una chispa pitagórica olvidada de su origen.
Además, no se ha ponderado suficientemente el disparate de que este modo insuficiente
de pensar abstracto y desligado de la sensibilidad ha sido adoptado por el cristianismo el cual ha repensado
todos los contenidos de la vida desde este inmenso prejuicio de la lógica abstracta.
* El
conocimiento se separó de la vida porque fue fácilmente raptado por la teología
y la religión para servir a la otra vida, la que viene, la supuesta vida más
verdadera que ésta. Este rapto duró mil años, los mil años de teología escolástica,
fundamentalmente platonizante.
* La teología, en nuestra civilización, ha arrastrado a
la filosofía y ha sido arrastrada o servida por ella. El tema es
indispensable para entender la vida y sus modos en el momento de centrarse
directamente en una razón vital.
* Hay interferencias teológicas
que descentraron y descentran el pensar filosófico-metafísico. Y algunas, de
extremada gravedad, dado el lugar que la razón religiosa ocupa en la vida. Es
el caso de la doctrina paulina (sobre la mujer, la idea de Dios, la división de
la vida entre acá y el más allá, etc)
* Todas
estas creencias seculares no sólo permearon el alma popular sino que
condicionaron leyes y pedagogías desde su poder nativo y tradicional de
imposición o de persuasión. El hecho es que sólo un proceso secular que ha
incluido luchas sociales dramáticas ha podido ir limando el alma y dejando que
alumbrara mejores sentimientos.
* Ortega
habló con toda la claridad posible de un
cambio de civilización: “Lo que he querido decir al indicar que nuestra civilización,
la civilización europea, había muerto, era simplemente que esos principios
habían llegado a una situación en la que se veía que no eran suficientes.
Siempre es asunto del filósofo intentar ver si los principios lo son
verdaderamente… Y cuando he dicho que esos principios han caducado, he dicho
algo muy concreto… Estos principios se han revelado falsos… Otros comienzan a
estar ya aquí, en perfecta continuidad con los otros principios. Por tanto,
está llegando esta nueva civilización europea que continúa la antigua.”
* Jaspers,
Ortega y Heidegger están de acuerdo en que a lo mejor se ha acabado
lo que se ha entendido por filosofía y que nos ha servido para manejar la
naturaleza y sus técnicas. Y que lo que servirá para conducir la vida e
historia humanas por caminos menos dramáticos y homicidas habrá de ser otra
cosa que podrá llamarse ciencias del espíritu, o ciencias de la cultura, o
sencillamente Humanidades; pero que no será esa razón abstracta o extracta que
sirve para fabricar cosas.
* El
hombre ha vivido siempre, y vive, en permanente estado de crisis. La crisis
consiste en que por razones internas o externas se le rompe al individuo o se
les rompe a los grupos el habitáculo o refugio o rincón cultural.
* Lo
natural del hombre es la crisis; es un resultado de su naturaleza vital, de su
vida espiritual. De suerte que no hay ningún hecho empírico que no tenga
antecedentes y consecuencias y pueda ser entendido fuera de la serie y fuera de
su circunstancia, Hace un pequeño invento, y altera su mundo más de lo esperado
y aun deseado, (el algodón que permite conservar fácilmente el calor del cuerpo
en ambientes fríos; la máquina de vapor, la vela, la penicilina, la píldora de
antes o de después…). Mas, hay un momento que no sólo por acumulación sino por
la profundidad del sentir, se alteran las relaciones en que consiste cada
sujeto. De ahí la importancia de saberlas vivir que presupone saberlas
diagnosticar, encontrar la causa verdadera, y quererla reconocer con todas sus
consecuencias, sin engañarse ni engañar. Y reconocerlas como el medio
propiamente humano.
* Desde el origen de las grandes
civilizaciones (China, India, Grecia/Palestina) el hombre tiene la impresión y
convicción empíricamente ratificada, de que esto del mundo y la vida no está
acabado; de que está por hacer y además lleno de nudos. Lao-Tse, los
Upanishdas, los profetas de Israel y la filosofía griega coinciden en que el
universo y el hombre son un conflicto y una dificultad tanto como una evidencia
de que estamos aquí sin haberlo predeterminado ni querido.
* Si recogemos los textos en que Ortega
habla de la desesperación a que ha llegado la filosofía (viendo vivir a las
gentes bajo la cobertura de constituciones y leyes o reglamentos y usos
forjados por el pensar filosófico de los últimos veinticinco siglos), se les
puede resumir diciendo “aquí no se puede vivir”.
La necesidad de una razón nueva,
no abstracta y cósica que convierte los fenómenos humanos parciales (p. e. el
dinero) en una realidad en sí misma, con sus propias leyes, parciales,
unidimensionales, clasistas, partidistas, desconoce la ley fundamental del ser.
El ser y la vida es una relación pluralísima y la ley que de ella brota es la
ley de vida, la razón vital. No se trata de una retórica de la razón vital. Se
trata de que la vida da de sí un modo apropiado de verse, en el que el
individuo particular e irrepetible no se sacrifica a la razón abstracta.
* Heidegger lo decía de otra
manera: El hombre no es todavía hombre, no es lo que tiene que ser. El hombre
va por un desierto con algún oasis o por un bosque con claros, pero en realidad
se encuentra en pleno caos. El hombre no ha entendido el laberinto de la
libertad y su obvia sucesión de horizontes en continuidad profunda. Heidegger
no lo decía desesperanzadamente, y recordaba, en cita de Sófocles, que el
equilibrio sensato se encuentra por doquier en el universo”, y que no “van a
ser los hombres los únicos que en el Universo no encuentren la sôfrosyne, la sensatez” Será difícil encontrarla, pero tal
vez buscarla sea el destino del hombre y el sentido de la vida.
* Se trata de un verdadero Methodus Vitae accesible a cada individuo. Por eso Leibniz trabajaba en una recopilación o biblioteca
universal de todo el saber disperso y perdido que ha dado de sí espontáneamente
la experiencia de la vida del hombre, para que el hombre echara mano de ellos
en situación, en circunstancia, y cada individuo supiera conducirse por su
camino.
* Hay un momento en las
circunstancias de decadencia o de crisis de crecimiento en que el individuo se
siente cercado de ruinas, se siente desprotegido y desconfiado. La razón vital
le ha de decir en ese momento que su deseo de cambio y su fe en la posibilidad
de cambio reposa en él mismo. Es el momento de la Memoria y resistencia que dice Alfons Cervera. Saber decir todas las veces
que sea necesario cada día “No, no, y a
la tercera un pacífico pero resistente: No me da la gana”.
* Es la hora del “no” pacífico
pero firme. De la repetición del “no” hasta en la forma cansada pero justa del
punto final: Es que no me da la gana, no quiero perder tiempo razonándolo, me
da ya asco histórico. El “no” repetido tendrá una fuerza imparable.
* Venimos de una edad moderna que
ha probado muchas formas de acción directa y rápida saliendo de la rotación
antigua monarquía/oligarquía/democracia/anarquía y vuelta a empezar. Hemos
probado revoluciones como la inglesa y la francesa, puritana fervorosa la una y
laica radical la otra, violentas entrambas. Hemos probado revoluciones
dictatoriales triunfantes con tiempo por delante para establecer su forma de
justicia e igualdad. Hemos probado regímenes institucionales liberales,
socialdemócratas… Hemos probado estados de fervor y emoción sinceros y de
fervor y emoción preceptivos… No estamos convencidos de haber encontrado mediante
una acción directa revolucionaria ni mediante una acción política una
administración que no acabe dando muestras de inhumanidad tanto más detestable
cuanto más envuelta en la retórica política convencional, de la que estamos
rodeados con ejemplares cotidianos de circo si no fueran detestables.
* No creemos en la política y sus
formas posibles. Tenemos que pensar y estar ineludible e incansablemente al
servicio de la vida humana personal universal.
Compendio personal de dicha conferencia
* La crisis caótica actual tiene una lectura filosófica. Sólo los
filósofos pueden ayudar a comprenderla y, quizá, a dar a luz una nueva
civilización. Cada civilización es una
manera de estar, pensar y entender la vida. Los valores establecidos no son
naturales sino creaciones humanas con fecha de caducidad. Esta idea subraya el valor
de la cultura frente a la naturaleza.
* Importancia de la vuelta a las Humanidades. Desde el siglo XVI
hasta hoy, pesa sobre la civilización occidental una Teología que confunde actitudes reaccionarias con supuestas verdades
reveladas. Ya entonces se busca la
racionalidad como principio rector, robándole protagonismo a la fe. Los humanistas con Erasmo a la cabeza
antepondrán a la “fides cercior rationem” la “ratio cercior fidem”. Las
Humanidades servirán para conducir la vida y la historia humana por caminos
menos dramáticos y homicidas.
* En nuestra época la racionalidad debe constituir el sesgo íntimo e ineludible de la vida. Pero ¿de qué razón estamos hablando? Hay distintas clases de razón. Desde la razón abstracta (modo insuficiente de pensar, desligado de la corporeidad, que lleva a la dictadura de conocimientos abstractos y, en caso extremo, a la locura de la razón técnica y su poderío destructor), hasta la razón vital.
* El hombre, medida de todas las cosas, no es un ángel caído ni una
idea embarrada ni una chispa pitagórica. El hombre es un ser de libertad
imaginativa. Sólo desde la razón vital puede crear una
antropología y un mundo a su medida.
* La razón vital debe trabajar
para la vida, para gozar de la vida (nos scholae discimus sed vitae). No se
puede sacrificar el individuo a la razón abstracta y menos a la
racionalidad irracional que se cobra vidas humanas (guerras).
* La sensatez como destino del hombre y sentido de la vida. La
ciencia, como ámbito de la vivencia y creación, no ha sido capaz de ayudar a
encontrarla.
* En las turbulentas y oscuras
circunstancias actuales, sólo la razón vital hará que el hombre pueda
comprenderlas y que tome conciencia de que el
cambio (posible creación de nuevos valores, nuevo cielo y nueva tierra) reposa en él, en su razón vital.* Frente a la inhumanidad, tanto más detestable cuanto las instituciones se envuelven en la retórica convencional, es la hora del “no” pacífico; del “basta ya
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