A propósito de la
tan cacareada “austeridad”
Las políticas de austeridad
llegan siempre después de períodos en que, desde los mismos lugares en que
ahora se apela al rigor y a la virtud, se ha estado invitando al consumo sin límites…
El ciudadano cuyo dinero era
objeto permanente del deseo de los bancos y del comercio, de pronto se sintió
acusado de irresponsabilidad y despilfarrador, condenado a pagar por sus
excesos…
En el colmo del discurso de la
culpa, aparece el argumento de la herencia: nosotros hemos vivido por encima de
nuestras posibilidades…
Poco a
poco, la ciudadanía va recuperando la voz, a medida que las políticas de
austeridad van sembrando el paisaje de injusticias fragantes…
La razón
despierta y cada vez son más los que advierten que el camino conduce a ninguna
parte…
Mariano Rajoy prepara el terreno
para que los ciudadanos acepten un nuevo envite de recortes y sacrificios, con
uno de estos ejercicios de ambigüedad calculada con los que tan a menudo los
que gobiernan expresan su desdén para con los ciudadanos…
Todo ello en un país exhausto en
lo económico y en lo político… y que tiene paralizada
la ineludible reforma política con la coartada de que la prioridad está en la
economía.
Nunca un país ha hecho grandes
cambios en tiempos de bonanza. Es cuando las cosas no funcionan cuando se entiende
la necesidad de modificarlas…
Es lo
que la ciudadanía está empezando a exigir. Y exigirá cada vez más, ante el
clima de asfixia de un país estancado, vapuleado por la austeridad.
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