CANONIZACIÓN DE JUAN
PABLO II
Según he leído, el Vaticano se propone canonizar al papa
Juan Pablo II el próximo mes de octubre.
La canonización del
papa Wojtyla no sólo está tremendamente politizada, sino que su hagiografía (que
no escrupulosa biografía) presenta sombras perturbadoras. Las virtudes que se
le atribuyen están bien lejos de alcanzar el grado de heroicidad, y menos aún
de ser calificadas de evangélicas. Con esta “santificación”, el Vaticano y los
movimientos ultraconservadores pretenden canonizar un pontificado fundamentalista,
y con ello paralizar cualquier corriente renovadora dentro de la Iglesia. ¿Qué
explicación dará el papa Francisco? ¿Unirá, para colmo de incoherencias, esta
canonización con la del arzobispo Oscar Romero?
Sobre esta embarazosa
cuestión, hace tiempo escribí una novela, inédita hasta el momento. Transcribo
el informe de lectura por si algún lector siente curiosidad.
“Advocatus
diaboli (Confidencias de un cardenal descreído)”
El protagonista es el cardenal
Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos (“ministerio”
vaticano encargado de las beatificaciones y canonizaciones; la fábrica de hacer santos, que se dice en
la novela, puesta al máximo de su posible rendimiento durante el pontificado de
Juan Pablo II). Precisamente el tema de la novela es la beatificación de este
último papa, hecho histórico sucedido en abril de 2011, antes de que el autor terminase
de escribirla.
Puede decirse que la obra, con
estructura mixta entre la novela histórica y la de misterio histórico, tiene
poco del género histórico, pues es coetánea e incluso de anticipación y en
extremo polémica, lo que le da un valor añadido. Es una novela hecha, podíamos
decir, “on-line”. También tiene mucho de trabajo documental, perfectamente
ensartado en la trama novelística. Salvando las diferencias de estructura, en
este aspecto podría parangonarse a las obras de Larry Collins, oscilando la
balanza a favor de “Advocatus”, pues aquí la trama es nítida y los datos quedan
perfectamente ensamblados.
Narra en primera persona, con
detenimiento en descripciones minuciosas y ricas que envuelven el relato en un
aroma a sotanas, a viejo legajo, a monumento antiguo, a grandiosidad vaticana;
hace, en definitiva, que el lector penetre en el mundo ficticio que narra,
objetivo último del género.
Comienza la novela cuando el
protagonista recibe una intempestiva llamada en la que se le informa sobre la
muerte de su colaborador, el padre Miguel Orovay, valenciano como él. Quien le
ha llamado es sor Beatrice, una monja con la que el difunto mantenía relaciones
sentimentales. Esto lleva al cardenal a pensar en sus propios devaneos de juventud
con otra religiosa, Adelaida. Este romance, clave en la trama, rememorado con
muy medidas dosis de flash back a lo
largo de toda la novela, se desvelará en el capítulo final, excelentemente
narrado.
Antes de seguir, conviene comentar
que la única incoherencia argumental (a mi modo de ver) que podría tener la
obra, es el dibujo altamente contradictorio del protagonista. Es un cínico, y como
tal se le pinta en muchos párrafos; sin embargo, sus análisis podrían ser
suscritos por un izquierdista. No es creíble (al menos, esa es mi opinión) que
un cardenal de la Iglesia, que ha llegado tan lejos en su carrera, tenga unos
conceptos de la vida tan progresistas. Se echa en falta un momento de
conversión al pensamiento crítico, ateo y pagano y, a partir de ahí, la
ocultación cínica de esta circunstancia. Creo, no obstante, que es un defecto
menor y, en todo caso, muy discutible y opinable.
Por cierto, el título de la obra
está relacionado con dos hechos. Primero la supresión de la figura del abogado
del diablo por Juan Pablo II, medida tomada para acelerar los procesos. El
protagonista se ve impelido, por razón de su perfeccionismo profesional, a
ejercer, en la práctica, las funciones implacables de tal cargo. Es importante
señalar aquí que uno de los temas centrales de la obra es la denuncia al
movimiento de los Quicos, seguidores del gurú cristiano Francisco Argüello,
fundador del movimiento neocatecumenal, el nuevo Opus del siglo XXI, especialista en
movilizar a jóvenes en todo el mundo. Al final de la novela se hace referencia
al encuentro en Madrid de la juventud mundial, que cuando fue escrita la novela
aún no se había celebrado. También se hace referencia a una apuesta que, tras
leer la obra, parece verosímil, el acceso al papado de Rouco Varela.
Volviendo a
la trama, el protagonista rememora cuándo conoció al difunto padre Miguel, su
colaborador, y va dándonos cuenta de numerosos datos sobre la corrompida y
cínica Roma papal. Nos lleva así, a la participación del cardenal en una
reunión de urgencia convocada por Benedicto XVI, en la que se trata del
escándalo provocado por la filtración a la prensa de que el cardenal polaco
Wielgus colaboró con los servicios secretos comunistas. En un aparte entre el
papa y sus cardenales, mientras toman café, aquel plantea al protagonista su
objetivo: acelerar la beatificación de Wojtyla.
Este es el
tema central de la novela, con las conspiraciones para acelerarlo al precio que
sea. Se analiza la vida de Juan Pablo II, que no era precisamente un dechado de
virtudes cristianas; su ansia de pompa, como quedó claro con la edificación de
la suntuosa residencia Santa Marta; la colaboración con regímenes
dictatoriales, en especial su vergonzosa actuación durante la visita a Chile;
la actitud vengativa que mantuvo con los jesuitas, con el padre Arrupe; el
apoyo a los fundamentalistas de todo pelaje, como la emisora ultra “María”, de
Polonia, de tinte antisemita; las relaciones con la mafia… En general, la
novela (y su justificación, el proceso de beatificación) es una radiografía de
la estructura social de la Iglesia y una denuncia contra la misma.
Sorprende constatar, tras leer
sus páginas, cómo la mentalidad del Santo Oficio de la Inquisición, no sólo no
ha pasado a la Historia, sino que se mantiene viva, incluso en las prácticas
diarias de conspiración, espionaje y tortura moral. A nadie puede dejar
indiferente el análisis que se hace de las pruebas milagreras del presunto
beato.
Con
respecto a la forma, el uso del lenguaje es muy correcto, muy buena la
ambientación y el ensamblaje por medio de prolepsis bien trabajadas. Es una obra
redonda en la que nada sobra. El lector quedará muy sorprendido por la denuncia
de estos hechos tan contemporáneos. Esto podría levantar ampollas en sectores
afines a la derecha eclesiástica… Lo más probable es que esto no sea fuente de
problemas.
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