EL RELATIVISMO ES BELLO
Javier Gomá Lanzón
(El País,
Babelia, 7 julio 2012)
Cuando este papa
y todos los obispos del mundo condenan el relativismo,
apostrofándolo como la dictadura del relativismo.
Javier Gomá, en este artículo, rompe una lanza, compone un bello canto en su
favor.
He aquí algunas
de sus frases.
* El profeta genuino no se caracteriza
por pronosticar el futuro, como de ordinario se cree, sino por la denuncia de
los abusos y las corruptelas de los poderosos. El poder ambiciona siempre
obtener obediencia y, como tiende a expandirse y ocupar todo espacio
disponible, su pretensión última es hacerse poder absoluto y conseguir una
sumisión también absoluta. El mayor refinamiento del poder, su auténtica obra
maestra, se consuma cuando logra suscitar en sus súbditos no ya obediencia,
sino sincero amor, el edificante espectáculo de los siervos enamorados de sus
cadenas y mirando con arrobo a sus carceleros.
* Por consiguiente, nada más
oportuno que el retorno de un cierto don de profecía a este Occidente
rutinizado. No invoco a un profeta que nos augure un porvenir terrorífico —de
esos tenemos en abundancia y la mayoría trabaja en los medios de comunicación—,
sino a uno que clame con potente voz contra la idolatría que nos imponen los
poderosos de este mundo para sojuzgarnos y nos recuerde que no es Dios aquello
a lo que adoramos y rendimos culto: las mercancías, los Estados, incluso la
cultura.
* Voz profética será hoy aquella
que desacralice el espacio público, desdivinice los principios que lo
constituyen, devuelva sus verdades a una deliberación racional y, en todo lo
atañedero a la vida colectiva, propicie un sano relativismo. Porque el
relativismo es bello, me atrevería a decir emulando el célebre eslogan de un
modisto español.
* A los integrismos —partidarios
de las verdades últimas y necesarias— subyace siempre alguna forma de elitismo
autoritario. Las democracias, en cambio, se edifican sobre el suelo firme de
las verdades penúltimas y contingentes, y su éxito consiste en equilibrar el
carácter incondicional de la dignidad de los individuos con la pluralidad de
sus intereses, los cuales, al ser muchos y diversos, mutuamente se relativizan.
Suele argüirse que el relativismo conduce a un nihilismo del todo vale, pero
esto no es cierto.
* Que todo lo humano sea
histórico y provisional no implica que la moralidad se diluya en una
multiplicidad infinita de posibilidades de igual valor y mérito. Al contrario, es
el relativismo precisamente el que permite comparar a posteriori entre esas
diferentes opciones en pugna y, a la vista de tal confrontación, acordar entre
todos qué es lo bueno, lo noble y lo justo para nosotros.
* Solo si concedemos a las ideas
un peso relativo nos está permitido discutir sobre ellas, juzgarlas, revisarlas
y, en su caso, rechazarlas, de manera que el relativismo es la condición de
posibilidad de una conciencia crítica, prerrequisito a su vez de la deseable
emancipación ciudadana.
Necesitamos, pues, un profeta
que nos recuerde a cada instante algo tan sencillo como que lo humano es humano
y no divino.
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