Un paso más
hacia la “Iglesia de los pobres”
“Queridos
religiosos y religiosas, los conventos vacíos no le sirven a la Iglesia para
transformarlos en albergues y ganar dinero. Los conventos vacíos no son nuestros, son para
la carne de Cristo, que son los refugiados. El Señor nos
llama a vivir con generosidad y valentía la acogida en los conventos vacíos.
Desde luego, no es algo simple, se necesita criterio, responsabilidad, pero
también se necesita coraje. Hacemos tanto, pero tal vez estamos
llamados a hacer más, acogiendo y
compartiendo con decisión lo que la Providencia nos ha dado para servir.
Superar la tentación de la mundanidad*
espiritual para estar cerca de la gente
común, y sobre todo de los últimos. ¡Necesitamos comunidades solidarias que
vivan el amor de manera práctica!”
*mundanidad: Cosa
o acción propias de la vida mundana, especialmente en sus aspectos más frívolos
“Menos predicar y más dar trigo”, eso es lo que acaba de reclamar, claro y alto,
el papa Francisco. ¿Cuál ha sido la
respuesta de la Conferencia Episcopal
Española? Desde luego no ha mostrado una adhesión entusiasta a esa
iniciativa. “Eso es cosa de cada obispo en su diócesis”; lo que equivale a
decir (a los que saben leer entre líneas): “que cada obispo haga de su capa un
sayo”. ¡Ay, qué bien vivían nuestros obispos en tiempos de Juan Pablo II y Benedicto XVI en que no necesitaban dar trigo sino
predicar y predicar, repitiendo hasta la saciedad como papagayos, las consignas
del Vaticano: contra la cultura de la
muerte, la dictadura del relativismo y el laicismo agresivo (en España ha nacido una laicidad, un
anticlericalismo, un secularismo fuerte y agresivo como se vio en la década de
los años treinta… ¿Recuerdan? Eran los años de Benedicto XVI y Zapatero).
Lejos, lejísimos ha quedado el sutil y difuso
lenguaje vaticano; ese bla, bla, bla, confuso, difuso, evanescente, de no decir
nada ni comprometerse a nada.
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