de Juan Manuel de Prada - 21/09/2013
(Extractos) Ignoro si en otro tiempo estuve loco; pero hoy, leyendo cierta entrevista, he sentido que he hecho el canelo durante todos estos años…
Otra forma de animar la
democracia consiste en no hablar de las cuestiones
que la democracia juzga escabrosas y como de lumpen católico, como por
ejemplo el aborto. En España, por ejemplo, hubo un tiempo
en que la derecha aguafiestas, para
rascar votos entre el lumpen
católico, se puso a dar la tabarra con estas cuestiones, interpuso recursos
de inconstitucionalidad contra su práctica y hasta prometió que una vez que
alcanzase el poder cambiaría las leyes que las amparan. Pero, una vez alcanzado el poder, la derecha decidió
que había que animar la democracia; y, desde entonces, decidió aparcar estas cuestiones escabrosas. Un verdadero demócrata
no debe hablar de ciertos temas escabrosos, pues le dirán que está obsesionado
(como si denunciar las miles de vidas gestantes que cada día son arrojadas al
vertedero fuese «obsesión»); y, si es un
demócrata en pugna con sus creencias, deberá en todo caso ver, oír y callar, so
pena de ser considerado lumpen católico…
Yo, que soy el hombre más insensato del mundo, estuve durante muchos
años entregándome alegremente al martirio, en un combate con el mundo que me ha
dejado hecho jirones, con mi carrera literaria tirada en la papelera y convertido en el hazmerreír de todos mis
colegas; y este diario ejercicio de inmolación lo hacía con alegría, porque
consideraba que mi obligación no era
complacer al mundo, sino combatirlo hasta el último aliento.
Donde hubo nidos antaño no hay
pájaros hogaño, nos dice don Quijote, cuando recobra la cordura. Ignoro si en
otro tiempo estuve loco; pero hoy, leyendo
cierta entrevista que ha levantado mucha polvareda, he sentido que he hecho el
canelo durante todos estos años. Y, siguiendo el ejemplo del ilustre
entrevistado, me dedicaré desde hoy a complacer y halagar al mundo, para evitar
su condena
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ha denunciado incansablemente la
relajación de costumbres y progresiva mundanización de la Iglesia. En sus
artículos, expone generalmente un discurso tradicionalista
y conservador,
y defiende apasionadamente los puntos de vista de la Iglesia Católica en cuestiones polémicas tales
como el aborto, la eutanasia
y el matrimonio homosexual. Durante muchos años, como él mismo
confiesa, se ha entregado alegremente al martirio, en un combate con el mundo
que me ha dejado hecho jirones. Martirio que, tal como soplan los nuevos
aires, puede que nadie le reconozca…
Juan Manuel de Prada, prestigioso
escritor católico y colaborador de Intereconomía,
He aquí que, súbitamente, llega el
papa Francisco y, para sorpresa de
tantos buenos católicos españoles, confiesa que nunca fue de derechas. Y, ¡zas!,
da un manotazo de timón y cambia el rumbo a la barca de Pedro…
No sólo Juan
Manuel de Prada se ha quedado descolocado, sino, a mi entender, el
episcopado español. ¿Han escuchado ustedes a Rouco, a Martínez Camino
y alguno de los demás obispos, que ayer bramaban, entusiastas, las consignas
papales de Juan Pablo II y Benedicto XVI,
hacer alguna declaración de adhesión “inquebrantable” a este nuevo Papa? ¡Ay, cómo
cambian los tiempos! ¡Quién se lo iba a decir a esta Iglesia española, siempre
más papista que el papa! Ahora enmudece… a la espera de que Dios (que siempre
ha sido de derechas) ponga las cosas en su sitio.
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