La corrupción vaticana
Jaime Richart (especial para
ARGENPRESS.info)
Erasmo de Rotterdam publica en 1511 el
ensayo "Stultitiae Laus", traducido al castellano como "Elogio
de la locura". El autor había regresado recientemente de Roma profundamente decepcionado y se había
lamentado de la evolución que veía en la Curia Romana…
Lo que nos permite constatar el
"Elogio de la locura" es que la
corrupción de la Curia no es de hoy: nació corrupta y nunca ha dejado de ser
corrupta… Sucede allí lo que en todos los círculos de poder, religioso o
civil, constituido o fáctico. Pero es que ni un ápice han cambiado las cosas
desde los tiempos de Erasmo… Una cosa es que no trascendiera la corrupción, y
otra que no existiese. El poder en sí
mismo, es corrupto: por acción o por omisión. Y el poder encapsulado en el
Vaticano, humano, no es excepción. La honestidad es cosa de miembros aislados… Nadie
de quienes pasan o se hacen pasar por íntegros formando parte del poder, se
libra del estigma de la corrupción. Repito, por acción o por omisión. El engaño
y el disimulo son los soportes…
Hay una rendija por donde puede entrar
alguna brisa que barra la corrupción… la Internet
y las redes sociales que han dado un
vuelco al marco y sentido de la sociedad tradicional… quienes desde el poder
civil o religioso antes practicaban el ocultismo cerrando los canales de la
información para hurtar la verdad a su antojo, hoy día están comprobando que
eso ya no les es posible. No obstante, abrasados de codicia o de voluntad de
poder, los dirigentes vaticanistas, los dirigentes de las naciones por separado
y los prestidigitadores de las finanzas y de la economía mundial… aún no se percatan de la enorme fuerza que las
masas, sin necesidad de emplear la violencia material, empiezan a cobrar
gracias a las modernas tecnologías. Esa fuerza, frente al poder civil, se
traduce en la práctica en la protesta sin pausa, en forma de gota malaya, y
frente al poder religioso, en la deserción progresiva y masiva de los fieles…
hoy las redes sociales les van
empequeñeciendo cada día, descubriendo poco a poco el hueso sin carne de su
estupidez. Cada vez se hace más visible que su "razón" sólo dependía
del boato y de la brutalidad de gendarmes y guardaespaldas. Pero la "razón", ya, es
patrimonio de todos y está principalmente del lado de la ciudadanía...
Por todo ello ¿cómo es posible que en estos tiempos no se percaten ni el Vaticano
entero ni el papa saliente, de que el lujo y la ostentación de que vienen
haciendo gala durante los mil quinientos años que tiene el catolicismo es un
insulto a la humanidad doliente, a la humanidad sensible y a la humanidad
juiciosa que ya nadie soporta?... Retrocederán su pensamiento, los
feligreses y las vocaciones. Hasta tal punto que harán absurda o ridícula la
institución. Pues, ¿no es ya una certeza cegadora que para creer en Dios, para
dialogar con Él y reconfortarse de Él, sobran los intermediarios, el aparato de
la Curia y el papado?... No es que de repente se sepa que la Curia está
corrupta, como ha comprobado el Ratzinger intelectual, es que la Curia siempre
lo ha sido.
Concluyamos… aunque seguirán intentando
engañarnos, cada día es mayor el
desprecio tanto hacia los que detentan el poder político y económico, como
hacia el religioso de la Curia vaticana. Está a punto de sentarse en su
trono "Petrus Romanus", el último papa. Y con él llega el final de
los tiempos, según uno de sus santos: San Malaquías. Amén.
Jaime Richard, antropólogo y jurista
lunes, 4 de marzo de 2013
(Extractos y subrayados míos)
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