VIVIR PARA VER
* Todos
recordarán que ese movimiento eclesial de América Latina, conocido como "Teología de la Liberación", encontró eco mundial
después del Concilio Vaticano II.
*
Todos recordarán que el cardenal Ratzinger (durante larguísimos años
presidente de la nefasta Congregación del Santo Oficio) se convirtió en el
cancerbero de la ortodoxia católica y mentor del Papa Wojtyla.
* Todos
recordarán que la Teología de la Liberación fue duramente condenada por Juan Pablo II y Benedicto XVI, y los teólogos que la respaldaban,
castigados al silencio y al ostracismo.
* Ahora
resulta que Gerhard Müller, actual
prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe (ex Santo Oficio), nombrado para ese cargo por el mismísimo Benedicto XVI (el papa por antonomasia enemigo de la
Teología de la Liberación), la considera "una de las corrientes más significativas de la teología católica
del siglo XX"; y da carta de validez a ese modo de entender la
Iglesia.
* El "certificado de validez” sobre la
Teología de la Liberación no es una declaración que se le
escapó accidentalmente al actual custodio de la ortodoxia católica.
Véase la antología de ensayos, impresa en Alemania en 2004, y que ahora va a
ser publicada en Italia con el título "De la parte de los pobres, Teología de la Liberación,
Teología de la Iglesia" (Ediciones
Messaggero, Padua, Emi). El volumen lleva las firmas Gerhard
Müller, actual responsable del ex Santo Oficio y del teólogo peruano
Gustavo Gutiérrez, padre de la
Teología de la Liberación e inventor de la misma fórmula usada para definir esa
corriente teológica.
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