OREMUS PRO PONTIFICE NOSTRO
FRANCISCO
(el
alborotado gallinero episcopal)
Que
nadie vea en el subtítulo una alegoría irrespetuosa sino simplemente lo que es:
una metáfora descriptiva. (A propósito de metáforas. Mucho más realista y cruel
resulta la que ha empleado Benedicto XVI al calificar de “jabalíes” a ciertos
altos jerarcas que andan sueltos por el Vaticano, devastando la viña del
Señor…)
El alboroto, la
agitación, se ha producido cuando el papa Francisco
ha irrumpido en Roma de modo súbito e inesperado. ¡Una corriente de aire
fresco en un Vaticano con puertas y ventanas atrancadas de años, con olor a
naftalina…! Su nombre (altamente perturbador), sus gestos espontáneos, su
sencillez en el vestir y en su vivienda, su cercanía a la gente, sus discursos directos
e inteligibles, tan poco académicos, (“Sea
vuestro lenguaje: ‘Sí, sí’; ‘no, no’: que lo que pasa de aquí viene del Maligno”), su talante abierto y
dialogador…
La Conferencia
Episcopal Española no parece haber echado las campanas al vuelo para celebrar
la llegada de este papa. Pienso que la mayoría de los obispos españoles ha
quedado desconcertada (¿defraudada?). Los obispos españoles, (como muy bien los
definía el cardenal Tarancón), sufren de tortícolis de tanto mirar a Roma…
Últimamente se identificaron tanto con el ultraconservador Juan Pablo II que su
tortícolis se ha calcificado. ¿Podrán acomodarse a los tiempos que se avecinan?
Difícil pero no imposible. ¡Siempre cabe cambiar de casulla!
Ahora que tan a
gusto se sentían navegando por las aguas de Trento, pilotados por los
ultraconservadores Juan Pablo II y Benedicto XVI, va y llega el papa Francisco con la pretensión de volver
al Vaticano II. ¿Al Vaticano del papa Juan XXIII? ¡Dios mío, qué horror!
Algunos de
nuestros obispos (digo algunos, porque la mayoría, que han aprendido a nadar y
guardar la ropa, calla) andan excitados, nerviosos, inquietos… Ahí tienen a los
obispos de Córdoba, Segovia y Málaga, llenos de un celo descomedido,
arremetiendo con sus declaraciones y actuaciones extemporáneas contra todo lo
que les desagrada. Poligamia, divorcio, amor libre, sacerdocio de la mujer…
¡Ah! ¿Y qué decir del obispo Reig,
martillo de homosexuales y rabioso fustigador de la homosexualidad? Cacarean
con la misma prepotencia que tienen las gallinas subidas al palo de un
gallinero. Despojados de sus mitras, descabalgados de los tronos a los que se
han aupado, fuera de sus torres de marfil, ¿qué son sino pobres hombres sin
argumentos, incapaces de enfrentarse a teólogos serios? A estos obispos habría que recordarles las
recientes palabras del papa Francisco:
“Para dialogar es necesario bajar las
defensas y abrir las puertas”.
Rouco y Martínez Camino (la voz y la sombra de su amo), encaramados en lo más alto, alineados
con la derecha doctrinaria, huyen hacia adelante con su politiqueo de dominar la sociedad
española, de amontonar más y más privilegios, de instaurar la tan soñada
“cristiandad”…, sin enterarse de que el Papa Francisco ha instado a los pastores que sirvan a los pobres y se conviertan en pastores “con olor a oveja”.
Al papa Francisco no le van a
poner las cosas fáciles: ni aquí ni en oninguna parte; y mucho menos en el
Vaticano, cuya Curia ya le ha enseñado los dientes… No se fía de los que le
rodean. Como él mismo ha reconocido, necesita que los fieles de a pie le arropen, le echen
una mano… La soledad, la indiferencia, pueden resultar armas letales...
“Que
el Señor lo conserve, le de fuerzas y lo libre de sus enemigos”
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