En España las
campanas ya doblan a muerto
Maruja
Torres, por su parte, decidió decir adiós al periódico que ha visto crecer.
Lo hizo, asegura, con muchísimo dolor. Nada más entrar en el taxi rompió a
llorar. Por los compañeros que quedan dentro, por la gestión actual del diario
y por los grandes momentos que ha vivido entre sus paredes cuando “la actual
dirección ni siquiera era estudiante del máster del diario”. Lo hace, no
obstante, porque “no reconoce el diario” que cada mañana llega al
kiosco. “Tengo a muchos compañeros dentro a los que quiero y
respeto y hay mucha gente joven a la que
están puteando mucho, que lo hacen muy bien y que trabajan con la lengua
fuera. Pero esta carnicería no me gusta presenciarla”.
Su marcha, unida a la de Enric González y al ERE que llevó a
cabo el diario hace unos meses supone para muchos el fin del reinado de un periódico que con sus
editoriales, sus artículos de opinión y sus extensos reportajes permitían a la
ciudadanía qué pensar y cómo hacerlo mientras tomaban el desayuno. El modelo tradicional de
negocio periodístico se cae a trozos. Con él, o antes que él, también se desmorona el Estado que surgió de la
Transición y que tomó como referente periodístico a El País.
“El País es un reflejo de la situación de España pero en minúsculo”, afirma.
“El periodismo refleja la sociedad a la que se dirige. Siempre es un espejo en
el camino y el desmantelamiento que
sufre España tiene su reflejo en el desmantelamiento de El País”.
Para sustentar la afirmación, Maruja Torres expone los paralelismos: “El pensamiento único que se está
imponiendo, la gente que se está expulsando del sistema y el miedo a que te
puedan despedir por decir la verdad o por reclamar mejores condiciones
laborales”. Un miedo contra el que Torres alienta a rebelarse. “Tenemos que alzar la voz, por el bien de
España, por una parte, y del periodismo, por otra”.
“El periódico comenzó a joderse cuando quisieron
salir a Bolsa. Es decir, cuando empezaron a mear más alto del culo y quisieron
quedarse con emisoras y querer abarcar más y más. Nunca pensé que un
periódico pudiera hacer millonarios a unos pocos”, denuncia
Torres, para quien el ERE no fue más que la estocada final para el prestigio
del diario.
Por ello, lo ocurrido el jueves en el sofá del
despacho de Javier Moreno fue la
consecuencia lógica de la actitud mantenida hasta ahora por la columnista.
Torres denunció públicamente la mala gestión del
diario que llevó a los despidos. El día que El País hizo público su
ERE, me preguntaron por la deriva de Cebrián.
Debía decir lo que pensaba y ser consecuente. Entonces dije lo que pienso
de él, de su juego con la finanzas, del dinero que ha hecho El País y del
agujero de 3.000 millones. Creo que no
me perdonó que le llamara 'sardinita' de Wall Street”.
La casualidad ha querido que su
último artículo publicado en el diario antes de su discusión con
Javier Moreno, el director de la
ignominia, cargara contra “la gente de la cúpula”; “los ejecutivos de
las grandes empresas y de los grandes bancos que se blindan los sueldos y las
pensiones y los bonos”; y del “canalla
que al saberse aupado por sus pares a la cresta del capitalismo caníbal ha
perdido toda compostura.
“Para mí ellos forman parte de la cúpula
aunque afirma Maruja Torres, quien a pesar de la amargura de la despedida de la
que ha sido su casa durante tantos años asegura marcharse contenta por haber conseguido retratar a la actual dirección
del periódico.
Su adiós a El País no significa su
despedida del periodismo. Torres seguirá escribiendo “mientras esté viva”.
Extractos del
artículo que ha publicado Alejandro Torrús (Público.es
Madrid 17/05/2013)
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