ABORTO: LEY, CIENCIA y
CONCIENCIA
El tema del aborto sale de nuevo a primer
plano en el debate político. El cardenal Rouco,
tan ciego, sordo y mudo en cuestiones sociales de vital importancia y
apremiante actualidad, se muestra paladín incansable en esta del aborto. ¡Otra
vez echa sus huestes a la calle! Unos cuantos párrafos del profesor de bioética
Juan Masía nos ayudarán a aclarar
este asunto.
No confundir límites legales con fases del
proceso biológico. Si una ley permite
el aborto hasta la semana 14ª, no pretende definir científicamente el
comienzo de una nueva vida, ni justificar moralmente esas interrupciones del
embarazo; delimita legalmente un área protectora de los bienes jurídicos en
cuestión. La ley no sanciona moralmente la cuestión.
No confundir despenalización legal con
justificación moral. Ni las leyes penalizan cuanto está mal, ni la
despenalización de algo lo sanciona como bueno. No constituir delito no
significa estar moralmente justificado. Ni que algo esté moralmente mal
justifica tipificarlo como delito.
No entender la embriología de modo
mecanicista. La concepción no es un
momento mecánico sino un proceso vital (formarse y crecer un viviente):
más de 20 horas para la fecundación y dos semanas hasta completarse la
anidación del preembrión. La interacción embrio-materna de la tercera a la
octava semana es decisiva para la constitución de la vida naciente: a
medida que se aproxima el tercer mes del embarazo aumenta la exigencia de
ayudarle para llegar a término. En vez de hablar de protección de la vida en
general, tendremos presente la distinción entre materia viva de la especie humana (el blastocisto antes de
la anidación) y una vida humana
individual (el feto, más allá de la octava semana).
No confundir la interrupción del embarazo
por malformaciones y la discriminación de personas discapacitadas. Es ambiguo hablar de malformaciones en general. Tampoco
es coherente penalizar la interrupción del embarazo en supuestos seriamente
graves. Ni se puede lanzar la acusación de antivida a quienes optaron dolorosamente por un mal menor en
situación de conflicto, ni es necesariamente provida la postura que impone por motivaciones ideológicas la
opción contraria. Un feto anencefálico
carece del mínimo neurológico-estructural como soporte para formar una persona,
desde respirar autónomamente hasta capacitarse para actos estrictamente
humanos. Su aborto no es comparable a matar un ser humano.
No mezclar sin matices las perspectivas jurídicas, morales
y religiosas. Hay que distinguir
los planos jurídico, ético y religioso. El fiscal imputa delitos y solicita penalizaciones. La conciencia moral acusa en el foro
interno, provocando remordimiento por el mal moral, aunque no constituya delito.
La conciencia religiosa interpela
para reconocer el mal y creer en el perdón. Pero hay creyentes con una idea
equivocada de pecado como delito; hay
también instancias eclesiásticas que confunden pecado con delito y perturban la
autonomía de las legislaturas, imponiendo a la sociedad una idea de delito como
pecado. Tomás de Aquino precisaba: ni todo lo moralmente reprobable es
delictivo, ni la despenalización implica un juicio moral positivo.
Un diputado/a moralmente responsable y
religiosamente creyente, puede mantener la
convicción de que no es justificable (ni por ética ni por fe) una determinada
interrupción del embarazo y actuar en su vida de acuerdo con dicha convicción. Pero, al mismo tiempo, puede apoyar una ley que no penaliza el
aborto en determinados supuestos.
La cúpula jerárquica de la Iglesia española ha incurrido a menudo en los años recientes en esta
equivocación, empeorándola al no tener
en cuenta las distinciones entre ley y conciencia, o entre delito y pecado.
El derecho a proponer su parecer con libertad de expresión debe distinguirse de
la imposición que no respeta la laicidad
del Estado.
JUAN MASIA, jesuita,
fue director del Departamento de Bioética
en el Instituto de Ciencias
de la Vida de la japonesa Universidad de Sofía, y profesor de Bioética
y Antropología
en la facultad de Teología de la misma universidad.
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