Al
papa Francisco le crecen los enanos
Il
Messaggero (22 Octubre 2013) trae la entrevista mantenida con monseñor Georg Gänswein, secretario privado del Papa Benedicto XVI y actual
Prefecto de la Casa Pontificia. Declaraciones muy interesantes y clarificadoras.
De entrada, unas pinceladas sobre este
personaje vaticano.
Monseñor Georg Gänswein, el
secretario privado de Benedicto XVI (que ya lo fue del cardenal Ratzinger) es alto, rubio, atlético,
seductor… Recuerda al arzobispo Ralph de
Bricassart, de la serie televisiva “El
pájaro espino”.
Don Giorgio, como
familiarmente se le conoce en Roma, fue un perfecto desconocido hasta que las
cámaras de televisión se fijaron en él durante la misa de la entronización de
su mentor. Se recrearon en él y le dieron vida. El, bastante narcisista, se
dejó querer. No obstante, ya era sobradamente conocido en Villa Tevere, bastión del Opus
Dei, y en los salones de la aristocracia romana. Los que le han visto
desenvolverse en esos ambientes, un tanto rancios para los tiempos que corren,
cuentan y no acaban de su soltura y galantería con las princesas crepusculares,
del gran desparpajo con que trata a las damas más o menos acartonadas, de su
fluida conversación mundana, de sus chistes y ocurrencias que las hace reír, del
modo tan distinguido con que se maneja con las copas de champagne y los
canapés, etc. Según aseguran, es un monsignore moderno, con gran estilo. Alguien
(¿bien informado?) lo incluye entre los obispos
con psicología de príncipes, burócratas
de despacho, carreristas, politiqueros, que integran la
corte papal, ¡esa
lepra del papado! Nada que ver con el tipo de obispo con olor a oveja que preconiza el papa Francisco.
Ratzinger y su secretario
nacieron en la católica Baviera, y eso, en cierto modo, debe de imprimir carácter.
Son genéticamente católicos y biológicamente ultraconservadores. A algunos de
los que hemos nacido en el Mediterráneo, el agua del bautismo no nos ha
penetrado tan profundamente… Rascas y, ¡zas!, aparece el anima naturaliter pagana.
Ratzinger y Gänswein
estudiaron en Friburgo y eludieron, en cuanto estuvo de su mano, las labores
pastorales para las que Dios, quizá, no les había dotado. Monseñor Gänswein fue monitor de esquí en sus
años de juventud y, según cuenta cierta prensa frívola, rompió unos cuantos
corazones antes de ordenarse de sacerdote. Nada de extrañar. Aún hoy sus ojos
azules y su metro ochenta hacen estragos; y no sólo entre las mujeres. Donatella Versace se inspiró en él para una de sus colecciones. La creadora
comentó que quería hombres jóvenes de belleza angélica, elegantes, refinados,
que muestren menos músculos y más espiritualidad (Habría que conocer qué
entiende la Versace por
espiritualidad). En el padre Georg
(cuerpo atlético, cabellos rubios, boca grande y carnosa) ha encontrado ese sex symbol del siglo XXI que buscaba. Lo
localizó en el Vaticano, en el entorno del pontífice, lo que le daba un plus
impagable de publicidad. Modelos rubios, con trajes negros y camisas de cuello
clerical y un look similar al de monseñor Gänswein,
desfilaron en la pasarela de Milán. Los expertos, emocionados, se apresuraron a
proclamar el nacimiento del “estilo padre
Georg”.
Un buen amigo
mío, conocedor de la Corte Vaticana por haber vivido en ella, dice que allí se lee más y con mayor provecho El Príncipe de Maquiavelo que el Evangelio de Jesús.
No creo que, visto lo visto, esa afirmación vaya desencaminada ni escandalice a
nadie. ¿Ratzinger, un papa en la
sombra, como tanto se ha dicho? Hay evidentes indicios de todo lo contrario.
Benedicto XVI concibió un plan más
terrenal de lo que aparece. Veamos:
1- Planificó minuciosamente su día de después:
desde el tratamiento que quería recibir (Su Santidad), su vestimenta (sotana
blanca), ¡hasta sus zapatos rojos! etc. Nada dejó a la improvisación. Ni esperó
a que resolviera su sucesor.
2- Decidió por su cuenta quedarse en el Vaticano.
¿No había en su querida Baviera natal o en toda Alemania un monasterio
apropiado donde retirarse? ¿No podía el gobierno alemán garantizar su
seguridad, como se ha argumentado? Su sucesor, le gustara o no, se encontró
ante hechos consumados.
3- Ratzinger el 7 de diciembre de 2012 nombró a Georg Gänswein Prefecto de la Casa Pontificia, cargo de gran responsabilidad: está
a la cabeza de dicha Casa, controla la agenda del papa y supervisa todas las
actividades que le conciernen. El 6
de enero de 2013 lo consagró arzobispo. ¿Por
qué tantas prisas en consagrar obispo a su leal secretario y darle semejante cargo?
¿No hubiese sido más noble y lógico dejar que su sucesor cubriera a su gusto
ese puesto? Con ese nombramiento, Benedicto XVI colocaba su topo en la casa del nuevo papa. Monseñor
Gänswein (”le beau male”, como le aclaman sus admiradores) se convertía así en
un estrecho lazo (un cualificado
correveidile de ida y vuelta) entre Ratzinger
y el nuevo papa. Monseñor Gänswein, desmintiendo
tal cosa y quitando hierro al hecho
consumado, se define a sí mismo como
el
hombre puente entre los dos papas. Puede que el papa Bergoglio,
para desembarazarse discretamente de esa trampa, renunciase a los aposentos
pontificios, donde estaría muy solo e indefenso, a merced de “camarillas”… ¿Recuerdan la camarilla
polaca capitaneada por Stanisław Dziwisz que se apoderó del enfermo Juan Pablo II? El papa
Bergoglio, con buen criterio, decidió quedarse en la residencia de Santa
Marta, lugar mucho más aireado y seguro.
Benedicto XVI no se habría aislado y desentendido del mundanal
Vaticano como se nos ha querido vender.
¿Serán
estas elucubraciones puras fantasías? En estos meses hemos visto verdaderos culebrones
en torno al papa Francisco que
confirman que en el
Vaticano la realidad supera a toda ficción.
Volvamos a Il
Messaggero, a las declaraciones del Don Giorgio.
* Quién conoce a Benedicto XVI sabe que él nunca
interfirió y no interfiere en el gobierno de la Iglesia, no es parte de su
estilo. Si él lo dice… Excusatio non petita, accusatio manifesta.
* Don Giorgio añora el tiempo pasado: Después de 28 de febrero, cuando nos fuimos del
Vaticano, comenzaron los días difíciles. Nunca olvidaré cuando apagué las luces
del apartamento pontificio con lágrimas en los ojos...
* Admito haber tenido alguna dificultad, alguna experiencia desagradable con
respecto a los malentendidos y la envidia, pero las olas se han calmado.
* Afortunadamente, con el nuevo Papa se creó
inmediatamente una relación humana de afecto y estima, a pesar de que Benedicto XVI y el papa Francisco son
personas con diferentes estilos y personalidades. Alguien
quería interpretar estas diferencias en direcciones opuestas. (¿Irían desencaminados, me pregunto?)
* Estoy tratando de entender cada vez más lo que significa la
expresión "Iglesia pobre", que se ha convertido en un elemento común
en el ministerio petrino del Papa Bergoglio. Pero en primer lugar, no es
una expresión sociológica, sino teológica
(non è una espressione sociologica bensì teologica, al centro è il Cristo
povero, e da lì segue tutto). Desde el primer momento, todos los
conservadores y ultraconservadores han intentado restar importancia a esa interpretación sociológica de la
pobreza (¿demasiado humana para ser cristiana?). Y eso que el papa Francisco dejó bien claro que los enfermos,
los marginados, los emigrantes, los desheredados de este mundo… ¿No son los
pobres en sentido estricto a los que el papa llama la carne de Cristo?
* Sobre la revolución que está ocurriendo. A monseñor Gänswein hablar de revolución le parece un slogan fácil. ¡Cosa
de los medios! Claro que algunos gestos y las iniciativas Papa Francesco han
sorprendido y todavía sorprenden. Sin embargo, es normal que un cambio de
pontificado traiga consigo cambios en diferentes niveles… Pero esto no es una revolución… Questa non è però una rivoluzione, è semplicemente un atto di governo e
di responsabilità». Don Gorgio no quiere oír hablar de la "revolución" del papa Francisco, porque, según él, sería
"engañoso". La
revolución, en todo caso, ya había comenzado con Benedicto XVI… ¡¡Vivir para ver!!
Últimamente, Gerhard Müller, prefecto de la Congregación
para la Doctrina de la Fe (nombrado por el papa
Ratzinger)
llevó públicamente la contraria al
papa Francisco respecto
la posibilidad de administrar la comunión a los divorciados.
El arzobispo hizo estas manifestaciones en un artículo publicado en
L'Osservatore Romano. Sus
declaraciones muestran la opinión tradicional del
ala dura de la Curia, distinta a la que manifestó el papa,
dispuesto a realizar reformas en la Iglesia.
Cada día que pasa, al papa Francisco le
crecen los enanos.