La novela "Sangre", en clave
ideológica
No es el primer intento de este
estilo que se ha ensayado a través de la historia del cristianismo: bien sabido
es que muchas escuelas religiosas intentan desviar el culto que debemos dar a
Jesús en nuestros hermanos de carne y hueso hacia el Sacramento de la
Eucaristía, bien sabido es que no pocos doctores intentan desviar ese mismo
culto debido a la persona humana, ese Cristo que vive entre nosotros y nos
llama, por la veneración fanática de sus imágenes de madera y de cal, o por la
veneración de los ministros y mandatarios de la Iglesia.
Pero es que lo que se lleva hoy
en el tema de suplantar a las personas, el no va más del artificio y la tecnología,
después de la exitosa clonación de la oveja Dolly, es la clonación de los seres
humanos a partir de células de un personaje del pasado.
O sea que "Sangre", la
novela de Asensi, es un esperpento-fantasía que quizá algunos serían capaces de
tomarse en serio de "fabricar" o clonar, a partir de células de Jesús
de Nazaret que puedan encontrarse por ahí, una copia de Jesús de Nazaret, por
supuesto, apta para ser manipulada a capricho por sus creadores.
Materia prima hay, si creemos a
los relicarios de tantas iglesias, monasterios y basílicas, a montones. No
podemos contar con partes del Cuerpo de Jesús, que se supone que subió a los
cielos; pero sí con ampollas de su Divina Sangre que dicen que recogió José de
Arimatea, y de esa misma sangre que quedó empapada en la Santa Sábana de Turín,
o quizá en el Santo Grial...
Así que, todo el lío que arma el
escritor Asensi en su novela es un conglomerado de peripecias, robos,
asesinatos, estudios criminológicos y análisis de laboratorio, así como ensayos
de "clonar" a Jesús de Nazaret.
El caso es que el Vaticano ha
prohibido terminantemente la clonación de Jesús, porque, según Asensi, la
cúpula de la Iglesia Romana teme que si vuelve Jesús a la tierra va a tronar
contra los desafueros y abusos de poder de las Sagradas Jerarquías.
Por el contrario, la cúpula del
Opus Dei, al que se representa como el summum del abuso de poder y de la
manipulación de la religión con fines crematísticos y de conquistar de ese
mismo poder, se empeña en conseguir clonar a Jesús, al que meterán en la Obra
para que la convierta en la auténtica, infalible, única y absoluta Obra de Dios
en el mundo. Es decir, quieren fabricar un Jesús de Nazaret a imagen y
semejanza del Opus Dei.
Interviene la policía española,
intervienen las SS de Hitler, intervienen sesudos monseñores del Vaticano, unos
un tanto liberales, otros muy de la Obra de San Escrivá de Balaguer,
intervienen las Sangres que se licúan en ciertas ocasiones en Madrid, la de San
Pantaleón, o en Nápoles, la de San Genaro. Visitamos escenarios macabros de las
catacumbas de París, conventos de la época de los Austrias en Madrid, en un
periplo muy de novela policiaca. Asistimos como "voyeurs" a tórridas
escenas de sexo en las que intervienen un obispo Muño-Fierro que nos suena de algo
de los tiempos de la dictadura, y este o aquel policía... a abstrusos discursos
y debates teológicos entre expertos en teología medieval...
La novela está cocinada con los
mejores productos de la nouvelle cuisine policiaca. Pero a uno le interesa más
lo que se puede leer entre líneas: una crítica despiadada y una denuncia a
sangre y fuego de la hipocresía que conllevan en muchos momentos, lugares y
colectivos humanos, la lectura sesgada que muchos creyentes hacen o hacemos del
mensaje de Jesús de Nazaret, o del mensaje de cualquier religión, que de eso
hay mucho.
Como quien no quiere la cosa,
Asensi, más teólogo y filósofo que novelista, que también es un excelente
novelista, deja caer, su tesis y la tesis de la novela, en este párrafo que
mete en su penúltima página:
"Dios creó al hombre a su
imagen y semejanza -se le ocurrió a monseñor una última reflexión- y Olavarría
pretendía crear un Jesús a imagen y semejanza de Escrivá de Balaguer. !Qué
necedad,! ¿verdad? Al verdadero Jesús sólo se le encuentra en los pobres del
mundo y en ninguna otra parte. Buscarlo en los ritos y ceremonias de la Iglesia
de Roma o en esa esperpéntica clonación es una pérdida de tiempo"
Tal vez cabría añadir que en el
Opus descarga Asensi toda la culpabilidad y los excesos de esa desviación de la
religiosidad tan generalizada entre los creyentes que nos olvidamos del Jesús
de Nazaret que vive en todo ser humano y ponemos nuestra atención en tantas y
tantas clonaciones que se inventan por ahí de ese Dios y Hombre verdadero con
el que convivimos.
Honorio Cadarso Cordón
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